Dos semanas han pasado
desde que una amiga
dijo que llamaría
y no lo hizo.
Cuatro días
desde que otra
dijo adiós
-para siempre-
y quedé enumerando
mis defectos
frente al espejo.
Diez días
desde que alguien
con quien apenas coincidía
decidió cerrar
-para mi-
todas las ventanas
que dieran a su vida.
Mientras tanto
la hierba sigue creciendo
en cunetas sembradas
de nuestras muertas,
hojas caídas bailan
su particular baile de otoño
pero la lluvia
-aunque hace amago
amasando nimbus-
sigue sin regalarnos
su néctar.
Así pues
no hay forma alguna
de regarse
de lavar el alma
para aclararse
para aprovechar
la mierda que nos echan
y crecer
como la semilla
que somos.
Texto agregado el 27-11-2017, y leído por 58
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Lectores Opinan
27-11-2017
fuera de "mierda" que lo vulgariza( perdón) me encantó. filiberto