Con estupor recibo la lamentable noticia. Al igual que en el país en que resido y como sucede en gran parte del mundo, las autoridades se burlan de la ciudadanía.

Mientras quienes están en el poder hacen trampa, roban y manipulan a favor y conveniencia —tanto de ellos como de sus correligionarios— sólo las sobras son destinadas a cubrir (mal cubrir) las necesidades de la población. Hoy se ha hecho palpable tras ser divulgado que el submarino extraviado en la Argentina no contaba con la garantía técnica para desarrollar de forma eficiente su labor. Lo más probable es que aquella falta de moral de las autoridades haya arrastrado al fondo del mar la vida, sueño e ilusiones de su tripulación y junto con ello ha matado también sueños e ilusiones en el corazón de sus familias y amigos, en un accidente perfectamente evitable.

No soy cientista política, ni militar para encontrar el argumento y palabras perfectas para elevar mi grito de enojo. Sólo soy un ser humano profundamente avergonzado y apenado de mi especie. Estoy triste, muy triste, por todos esos seres expuestos sin ningún escrúpulo a tan cruel destino.

Elevo mi plegaria por aquellas víctimas inocentes que honran a su país más allá incluso de la propia vida y recuerdo una frase;

“El soldado es quien tiene el corazón más grande, en él cabe toda una patria”.

Yo espero un milagro.

M.D