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Mavila ha contestado la llamada de Nacho justo en la tercera timbrada, no lo ha pensado demasiado, sabe que Nacho está en problemas, lo sabe porque Nacho siempre la llama cuando tiene dificultades o cuando quiere acostarse con ella, pero hace bastante tiempo que Nacho no la llama ni la busca, eso indica que Nacho sale con otra mujer. Ella lo conoce muy bien, sabe que Nacho nunca ha podido estar mucho tiempo solo sin tener a una mujer a su costado. Por eso decide contestar la llamada porque tiene mucha curiosidad por saber que le pasa. Mavila se entretiene con los amores de Nacho aunque después termina muriendo de celos y sale a buscar a esa ingenua chica que se mete con su chico. Mavila considera que Nacho todavía es su chico, lo llama así porque ella y Nacho se han jurado que siempre se pertenecerán el uno al otro a pesar de todos los problemas y circunstancias que los separen, sobre todo por la distancia, ella vive en Lima en el departamento que ha comprado al poco tiempo de haberse retirado de una minera importante donde ella prestaba sus servicios profesionales como psicóloga de reclutamiento de personal. Nacho en cambio la ha tenido bastante difícil, se separó de su primera esposa después de casi diez años y se fue a vivir con Christina, tuvo que hacer miles de cosas para sobrevivir junto con ella, ambos decidieron irse a un pueblo fuera de la ciudad donde Christina tenía una hermosa casa de campo bastante antigua pero muy acogedora.
Nacho aún recuerda con mucha ternura la primera vez que se escapó con Christina cuando recién comenzaba su noviazgo, salieron un sábado temprano, se encontraron en un parque en el centro de la ciudad, caminaron un poco hasta llegar al paradero de buses que los trasladaría. Ambos caminaron nerviosos por las calles, afortunadamente era sábado y la mayoría de personas dormía por la mañana.
En el bus, Nacho como siempre caprichoso quiso ir al costado de la ventana. –Podría ser más caballero y dejar que yo pase primero, -pensó Christina. Finalmente decidió que no discutiría con Nacho, al fin y al cabo ya estaba acostumbrada a todas sus excentricidades, se sentó a su lado. Él cogió una de sus manos y la besó y después la otra. Ella lo miró con ternura, -Somos unos locos mi amor, dijo Christina. Nacho se acercó y la besó en los labios, después le acarició el rostro y jugó con su cabello, Te quiero para siempre, le dijo. Y apoyó su cabeza en las piernas de Christina, ella acarició su cabeza y le dijo que él era su niño hermoso, conforme el bus avanzaba se fueron dando de caricias y de besos hasta que bajaron y caminaron hasta la casa de Christina, todo era hermoso el día estaba nublado pero fresco, a lo lejos se oía el gorjeo de algunas aves, el camino era de tierra con algunas veredas de cemento en algunos sitios estratégicos, por algunas partes se podía observar terrenos con eucaliptos grandes que se mostraban majestuosos y adornaban el camino, muchas casas eran de adobe con puertas de madera y esos tejados rojizos que tanto se veían en las pinturas de Josué Sánchez, acomodadas perfectamente con una simetría prolija. Nacho sentía que era protagonista de una película bucólica, sentía también el aroma de leña quemada, eucaliptos etc. Le recordó el aroma de la marihuana, es igualito, es igualito decía. -¿Qué es igualito? preguntó Christina, - nada, nada respondió Nacho, No quiso mencionar nada que tenga que ver con el porro, pues a Christina le molestaba mucho que Nacho fumase, se lo había prohibido y él había cumplido sin chistar. Muy cerca se veía una casita hermosa, la más linda de todas.
-¿Esa es tu casa no? Preguntó Nacho.
-Sí, mi amor, ¿te gusta?
-Me encanta princesa
-¿Si?
-Mucho amor, me encanta todo, todo.
Christina cruzaba los dedos para que la casita le guste a Nacho, lo quería tanto que quería que se sintiera bien en todo momento, abrió la puerta y se dispusieron a ingresar, Nacho giró la cabeza de izquierda a derecha, reparó en el patio, en el centro de gras con rosas a su alrededor, las columnas de madera, los maceteros colgando, el piso era de piedra, habían bancas de madera en los corredores, todo muy ordenado, con un poco de polvo en algunos muebles pero no por eso menguaba la hermosura del sitio.
-¿Te gusta? Volvió a preguntar Christina.
-Mi amor, me encanta, es maravillosa ésta casa.
Caminaron un poco más por toda la casa, Christina le mostró el lugar donde se guardaba la leña, la sala, la cocina, finalmente llegaron a un rinconcito bastante acogedor donde se mostraba un árbol genealógico de la familia y un mural con recuerdos que habían dejado todas las personas que habían llegado a esa hermosa casa en su mayoría esos recuerdos eran escritos dirigidos a los dueños de la casa.
-Mi amor, algún día no muy lejano, escribirás en éste lugar, dijo Christina señalando una carpeta de madera junto a la pared de los recuerdos.
-Te quiero mucho, mi niña.
Nacho abrazó a Christina por la cintura y comenzó a besarla, primero despacio con mucha ternura y después más fuerte, fueron besos apasionados, con mucho deseo, Ni Christina ni Nacho podían detenerse, los dos se entregaban a esa locura pasional de besarse con violencia, Nacho metió la mano por debajo de la blusa de Christina y bordeó su cintura, la presionó contra su cuerpo haciéndola sentir que la deseaba mucho, que la amaba con locura, que ella era suya, que era su propiedad. Christina poco a poco iba sintiendo el fuego de esos besos, todo su cuerpo se estremecía, sentía que él era su hombre, el que la haría feliz para siempre, se le vino a la cabeza las mujeres con quien había estado Nacho, inconscientemente comenzó a morderle los labios, sentía que haciendo eso, ella lo poseía, lo tenía solo para ella, lo marcaba, no quería ni imaginarse que Nacho esté con otra tipa, eso le calentaba a Christina, saber que él estaba con ella, que se quedaría con ella para siempre, por toda la eternidad, que ni la parca lograría separarlos, serían eternos pues Nacho escribía sobre los dos esas fantásticas historias que contaban sus encuentros íntimos, sus alegrías y sus penas y que seguro en algún momento se difundiría entres las personas que ambos considerasen “importantes”. Christina sintió las ganas de que ese hombre que metía su mano traviesa por debajo de su pantalón, le haga el amor, quería ser penetrada por él, sentir su piel junto a la suya. Entonces Christina comenzó a caminar despacio hasta la habitación de los abuelos, pero sin dejar de besar y morder a Nacho.
-Quiero que entres en mí, Dijo Christina.
Nacho comenzó a quitarle la ropa, la blusa, el sostén, dejó expuestos los senos de Christina, eran maravillosos, él los acariciaba y se agachaba un poco para besarlos y poner su lengua en sus pezones, movía su lengua alrededor mientras que Christina le iba soltando la correa y desabotonando el pantalón, luego metió su mano por debajo del calzoncillo de su hombre, sintió su erección, lo comenzó a agarrar con fuerza, sentía como su chico se iba mojando de a poco, ella no paraba de acariciarlo y llevarse los dedos a la boca de tanto en tanto para sentir así el sabor de su marido. Nacho se volvía loco cuando veía cómo Christina introducía sus dedos en su boca, estaba tan excitado que la besaba y le decía: -Quiero sentirme en tu boca, quiero sentir mi sabor en tus labios.
Christina estaba colorada, muy caliente sacó el miembro de Nacho, se puso de rodillas y comenzó a chupárselo con una pasión desenfrenada, lo miraba a los ojos, Nacho hacía gestos de placer, de estar disfrutando el momento, le acariciaba el rostro, alejaba su cabello, retiraba su miembro de la boca de Christina, se agachaba y la besaba y una vez más volvía a ponérsela en la boca. Hasta que sentía que se iba a venir.
-Para amor, me voy a venir y quiero hacerlo adentro tuyo.
Christina se detuvo, se acostó en la cama. Nacho terminó de quitarse el pantalón y desnudar a Christina por completo, le quitó el pantalón, y las bragas, pasó una mano por el vello de Christina, se enardecía sintiendo la aspereza y a la vez la suavidad de su sexo. Christina se sentó y le quitó la casaquilla y el polo a Nacho y finalmente los dos desnudos terminaron haciéndose el amor, Christina sintió como su hombre entraba en ella y el sintió cómo lo esperaba su mujer, ambos sintieron sus aromas combinados, Nacho comenzó a penetrarla con fuerza, Christina gemía de placer y sentía cómo la poseía su hombre, le gustaba mucho como lo hacía, y a él le gusta entrar en su amada, los dos se miraban y parecía increíble que apenas un año atrás solo se decían hola y ahora los dos estaban amándose de una manera intensa. Nacho le levantaba las piernas a Christina para entrar más en ella, la cama golpeaba la pared y hacía un chirrido gracioso pero a la vez excitante, luego Christina lo detuvo por un momento, Nacho Salió demasiado erguido de ella y Christina lo puso de espalda y se subió sobre él, acomodó su sexo y se juntaron nuevamente, ahora ella estaba cabalgando sobre su hombre, ponía sus senos en la cara de Nacho, Nacho acariciaba sus nalgas y pasaba sus dedos por la espalda de Christina, luego ella con la mano derecha aproximó su cartera y sacó su teléfono móvil.
-Quiero que nos grabemos mi amor, quiero que nos grabemos amándonos.
A Nacho le pareció loca la idea pero fascinante, activó la cámara del aparato y comenzó a grabar los moviminetos de ella, filmó sus pechos, su rostro, filmaba sus besos, sus mordiscos, luego el hundió ligeramente la barriga y comenzó a filmar el encuentro de sus sexos, los dos juntos y mojados, no pudo sostener por mucho tiempo el teléfono y dejó de filmar, cambió a modo de cámara fotográfica y comenzó a hacer fotos.
Ambos se yacían sudando en la cama de los abuelos pero el deseo no se apagaba, una vez más Nacho acostó a Christina, pero esta vez puso sus piernas al hombro, la penetró y se movió adentro de ella, Christina le decía que él era su hombre, su marido, que lo amaba demasiado, que había esperado con deseo ese momento. Eres mía Christina, eres mía, decía Nacho.
Christina sintió que iba a terminar y comenzó a coger con mucha fuerza el brazo de Nacho y finalmente se corrió con el adentro dando gemidos maravillosos, Nacho no pudo contenerse más, sintió algo calientito ahí abajo, que le permitía moverse más rápido, dejó un chorro dentro de Christina, retiró su miembro y terminó de venirse en el vello y en el ombligo de Christina, se acostó a un lado y le dijo al oído que la amaba, la abrazó y se vio manchado por su propio semen, puso cara de desagrado y luego terminaron riendo los dos. Después de secarse durmieron un rato y luego lo volvieron a hacer, eran apenas las diez y treinta de la mañana y ya habían terminado dos veces y así seguirían todo lo que durase la mañana y la tarde hasta quedar exhaustos, no se levantaron en todo el día, solo se amaron hasta que llegó la hora de volver. Ambos se vistieron, cogieron sus pertenencias y caminaron hasta la puerta, Nacho le pidió que esperase un rato.
-¿Tienes un lapicero?
-Si amor, aquí en el bolso, ahora te alcanzo.
-Gracias princesa.
-Y ¿para qué quieres el lapicero?
-Espera.
Nacho dio media vuelta y caminó hasta la pared de los recuerdos y escribió.
“En este lugar nacen las ilusiones y se hacen realidad los sueños”.
Anotó la fecha y firmó con un ambigrama de su nombre. Christina no volvió a ver qué había escrito Nacho, sólo sabía que lo que ahí decía debía de ser verdad, se cogieron de la mano y juntos salieron de la casita.

Texto agregado el 13-11-2017, y leído por 29 visitantes. (0 votos)


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