Es la final del campeonato nacional de voleibol, Roberto se eleva sobre todos los jugadores como si fuese un ave depredadora lista para caer sobre una presa; "El Albatros" solían apodarlo en el equipo del colegio, aquel sobrenombre lo había ganado gracias a su habilidad de "volar" al ir a disputar el balón en las alturas junto a la red. Con una increíble majestuosidad remataba, devolvía y jugaba cada punto como si fuese el último. Gracias a su innato talento el liceo "Libertador Bernardo Ohiggins" recibe el máximo galardón al ganar aquel importante certamen deportivo.
Han pasado cerca de treinta años desde aquel acontecimiento y veo a Roberto junto a una horda de ex alumnos desfilar al son de las marchas militares que interpreta la banda del regimiento local, la parada festeja un nuevo aniversario del recinto educacional.
Gallardo y orgulloso saluda a quienes aplaudimos el paso marcial del equipo de voleibol que nos diera tantas alegrías durante muchos años.
Hay una luz que ya no aprecio en los ojos de Roberto, una luminosidad que se opacara el día que lo sentaran en aquella silla de ruedas, recuerdo muy bien que parte de él murió cuando le amputaron su pierna derecha producto de una rebelde diabetes.
Al verme entre la multitud sonríe y levanta el trofeo que lleva en su regazo; es la copa que ganara el día en que "El Albatros" volara por última vez.