Esto de ser escritor permite jugar una visión mágica de la realidad que nos toca vivir... claro que a veces no es tan fácilmente compartida.

Ayer escribía:

"Como si fuera un singular licántropo, y sin ser séptimo hijo, por las noches me convierto en un cuervo mitológico que viaja al Olimpo para reclamarle a Morfeo la magia de los sueños, ofreciéndole a modo de pago, como tributo, la densa y tenebrosa oscuridad de mi trino..."

Entonces, tras leerlo, mi mujer dijo:

"Muy lindo, mi amor, pero... ¿por qué no decís directamente que roncás?"