Me gustan las reglas.
De convivencia, circulación u ortografía.
La paz del orden y el concierto,
la acción paseando de la mano
de su consecuencia,
unidas ambas por una ley ingrata
que las somete a una cadencia
que les ha sido impuesta.
La tranquilidad de la rutina
en la casa a la que poder
llamar hogar.

Pero a veces
también me gusta romperlas.
Hacer lo que una debe tener.
Coraje.
Levantarse la falda,
caminar descalza,
recomenzar de nuevo la historia
después del punto final
-y con minúscula-;
porque a veces lo único
que te salva del abismo,
del gris de una sociedad
sucia, enferma y encorsetada,
es el caos
y la desobediencia.

http://elvirayyo.blogspot.com/2017/11/poember-10.html