El reloj de arena.
Comparando nuestra vida con un reloj de arena vemos que se nos termina cuando creemos que estamos empezando.
Nada pasa tan rápido como la vida misma, recuerdo que ayer tenía quince años, con largas trenzas y cuerpo de gacela y hoy…. Bueno, ya nada queda de aquella muchacha alegre y llena de vida, sólo recuerdos…. Alegres y de los otros…
Una canción, un aroma me remontan a otras épocas y me llenan de tristeza.
El aroma de la cocina de mi madre…
El perfume del jardín con sus violetas…
El primer beso… a escondidas, con ansias y temor pero inolvidable.
El primer novio a los quince y el que llegó para el resto de la vida.
La iglesia…
Luego los hijos…
También los nietos…
Pero todo termina y ya nada es igual, la soledad se hace sentir, los recuerdos giran como una noria y por momentos veo bajar la última piedrecita de arena.
Omenia.