Mi querido Yar, sin ser mayormente cercanos aprendí a quererte y sentir un profundo respeto por tu persona, como lo tengo sin decirlo hacia varios colegas de este espacio al que considero mi hogar literario.

Espero me leas. Espero te detengas a pensar en si vale realmente la pena tu alejamiento y consideres un regreso.

Estoy segura que mucha gente, al igual que yo, te quiere y disfrutaba, reía o se emocionaba con tus entretenidas historias acompañadas de tu pasión por las dos ruedas. Aquellas que siempre frenaban al pie del volcán (cuyo nombre me encantaría recordar).

Yar, Yarcito. Todo es solucionable; los impases, los conflictos, los enojos y hasta los desaires cuando hay voluntad.

Vuelve, aquí cada cual hace su aporte y esta casa no será la misma sin el tuyo. Vuelve. Sólo vuelve.



Sheisan