¡Me rendí!,
ya se fueron las ilusiones
de aquel primer tiempo de risas y desnudez
en las habitaciones,
ya me fui de tu vida
cuando menospreciabas mis señales internas
y en vez de sanar, abriste las viejas heridas.
Ya no me dueles,
no eras lo suficientemente valiente
para estar con alguien que sobresalía por su mente,
lo vulgar preferiste,
lo mediocre invadió e hizo insignificante
los meses que echaste a su suerte.
Si deseo escapar del mundo
prescindiré de tus falsas promesas que ostentan ayuda,
imaginación y fuerza tengo de sobra,
lucidez y determinación en la boca,
desprendimiento y libertad
para juntar mis miserias e irme pateando toscas.
Ya no deseo salvarte
ni tu sonrisa trae la paz de unos meses antes,
en despreciarme y jugar conmigo te esmeraste,
no hay rencores, amigo,
sólo necesito irme
para hallar en la tibieza del aire mis sueños,
necesito alejarme de lo que carece de alma
porque aquellos que viven de las apariencias de la carne
¡serán pura basura!
cuando llegue el tiempo de iluminarse.
Adiós, querido,
ha sido un disgusto necesario coincidir contigo,
no soy una más del montón
y tal vez cuando te des cuenta de esa revelación,
¡ya no exista yo!,
porque estaré en otra fase de mi evolución.
Desintegración masiva
en el cuerpo que pereció
e integración definitiva
con el universo que nos engendró,
y haz de esta vida una inolvidable ocasión,
resuenan los ecos en mi corazón. |