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CELOS
Había pasado más de un año desde que Christina y Nacho habían decidido quererse hasta que la muerte los separe. Sin embargo, Nacho no había logrado superar los celos enfermizos que sentía. Su inseguridad y sus temores de que aparezca otro tipo y se quede con Christina no habían dejado de atormentarlo, siempre estaban presentes y por más que él trataba de evitarlo, siempre aparecían aquellas visiones en las que Christina se iba con otro chico o que de pronto Christina accedía a toda la sarta de piropos acalorados que le decían los tipos que trabajaban con ella:
-“Mamacita rica, que hermosa que estás hoy” –“Qué hermosas tetas que tienes bombón” –“¿No te gustaría que le dé besitos a tu cosita?” –“Chiquilla hermosa, ¿Por qué no te pasas un día por mi departamento?” –“Tinita, tienes un culo que me arrecha cada vez que lo veo pasar delante mío” -. Obscenidades que ella perpleja solo se atrevía a ignorarlos soltando una sonrisa forzada.
Todo esto sabía Nacho y cada vez que Christina se lo contaba ardía de celos y por más que todas las noches hacían el amor sagradamente con una constancia inquebrantable, Nacho no podía dejar de atormentarse.
-Mi amor, yo no hago nada, decía Christina con carita de inocencia.
Nacho sólo la abrazaba y la besaba mientras que por su cabeza pasaba la idea de poder cortarles la garganta a todos esos hijos de puta que siempre molestaban a su novia.
Christina era lo suficientemente guapa para pasar desapercibida y en el fondo le gustaba que siempre le recordaran lo bonita que era a través de piropos, en su trabajo, en su barrio, en el gimnasio, en todas partes. Eso la recordaba que aún ella atraía la atención de los chicos y que además ella todavía podía ser quien eligiera con quien estar, eso la hacía una mujer además de hermosa, una mujer poderosa frente a otras que tenían que hacer incansables esfuerzos por captar la atención de los chicos, Christina las veía con cierta lástima, lastimaba a todas esas mujeres que sus maridos terminaban viéndola a ella.
Nacho por su parte no era tan atractivo como ella, pero tenía algo que la divinidad le había regalado, algo que mantenía soñando a las chicas con quien conversaba. Siempre caía simpático a las chicas con quien entablaba conversaciones, es que sabía muchas cosas, de música, de libros, de arte, de política y de tantas cosas más. Los libros eran su arma secreta, algo que le había procurado los más grandes placeres con las mujeres a quién él deseaba. Su modus operandi consistía en captar la atención de la chica que le gustaba, coger el libro y abrir cualquier página y soltar una carcajada, de ese modo parecía que él disfrutaba mucho de la lectura y las chicas veían en él a un tipo culto, que amaba los libros. A Nacho le chupaba un huevo los libros, la literatura y los autores, él solo quería embestir a las chicas que le parecían simpáticas. Todos sus amigos invertían en ropa de moda, en perfumes caros, en relojes diamantados. Gastaban verdaderas fortunas en accesorios para poder captar la atención de las chicas. Nacho solo compraba algún libro, le fascinaba la lectura erótica, su hermano le había dicho que un libro calentón multiplicaba el interés de las chicas por acostarse con él. Adquirió entonces distintos libros cuyos nombres sonaban un poco sugerentes para quien los viera: “La máquina de follar”, “La virgen del sexo”, “Cuentos eróticos de verano”, “Los placeres de Anastasia”, “la mujer de mi hermano”, entre otros.
Había dado resultado, Nacho era un casanova, el revienta taquillas le decían en el barrio, todos sabían de sus aventuras con las mujeres, la canción “Chicas” de Calamaro se había convertido en su himno personal y cada vez que se encontraba en un bar derrotado por el alcohol la pedía y la cantaba haciendo alarde de lo mujeriego que era. En parte lo que cantaba y lo que decía la letra era verdad. Habían chicas que lo odiaban y lo querían a la vez, chicas por las cuales todavía sufría, chicas que habían pasado a ser solo un recuerdo, chicas que lo habían partido en tres y habían roto su espejo interior, hasta que hubo una que se comió su corazón y esa chica era Christina, que a sus treinta y tres estaba en toda la flor de la vida.
Nacho no pudo alejarse de los libros, sin querer se había convertido en un bibliófilo, pero ya no buscaba encamarse con las chicas, ahora solo quería acostarse con Christina, vivía enardecido por esa mujer de cabello oscuro y piel clara de ojos risueños y labios finos, pero sobre todo a Nacho le gustaba los ataques de risa que tenía Christina, siempre reían los dos y por más que Christina no compartía sus gustos y sus aberraciones, él la amaba con todo el alma, había quedado herido hasta los huesos por la belleza y el carisma de ella.
Por eso es que se molestaba mucho cuando algún tipo la piropeaba, Nacho no podía hacer nada, era algo inevitable, entonces un día angustiado decidió telefonear a Mercedes, una chica de la facultad que él quería mucho. Tiempo atrás habían compartido además de libros y copias sobre administración bancaria y contabilidad, algunos porros de marihuana, algunos besos traviesos, y algunas caricias en partes prohibidas, parte de la edad de aquella época. Pero sobre todo Mercedes era una excelente amiga, una de las pocas que le habían quedado pues otras habían terminado casándose o teniendo novios los cuales las obligaban a que olviden a Nacho por tener una reputación de maños de cuidado.
Nacho no dudo en coger el teléfono un día que Christina había salido de casa y decidió hacer una llamada internacional, pues Mercedes vivía en España.
-Hola Meche cómo has estado, hace mucho que no sé de ti.
-Nacho, mi amor, maldito ingrato recién te acuerdas de mí.
-No digas eso Mechita, yo siempre te echo de menos.
-Eres un mentiroso, desde que te metiste con esa mujer yo ya no soy la número uno de tu lista, ¿no te acuerdas que me choteaste feo cuando viajé para despedirme de ti, diciéndome que estabas enfermo de gripe? Cuando en realidad estabas atado a las cadenas que tu mujer te puso. Eres un huevón, cómo pudiste cambiar mi amistad por quedar bien con tu chica, puta madre hasta ahora me jode lo idiota que fuiste.
- Ya, Ya Mechita, no me reproches más por favor, ya sabes cómo es Christina, si salía contigo ella terminaba conmigo, me lo tenía jurado, no pude hacer nada.
-Huevón, pero ella no tenía por qué enterarse, nos hubiéramos ido fuera de Huancayo como las otras veces, además donde estaba lo malo, si nunca nos portamos mal.
-Sí, ya sé, pero de todas maneras Christina no lo entendería por más que me pusiera de rodillas y le jurase que no pasó nada, entiéndeme pues, Christina no es como las demás, la quiero como mierda y no quiero mentirle.
-Bien templado estás de ella, que te habrá hecho pues.
-Es una mujer maravillosa a pesar de ser jodida y celosa. Precisamente de eso quiero hablar contigo, mejor dicho quiero pedirte un consejo.
-¿Otra vez está celosa?
-No, esta vez soy yo el celoso, verás ella siempre me cuenta que en el trabajo hay un grupo de colegas que siempre la están fastidiando y le están diciendo cosas muy subidas de tono.
-¿Qué cosas?
-Algo así como que quieren comerle la florcita o hacen referencia a sus senos o a su trasero y pues eso me jode mucho.
-¿O sea que se quieren tirar a tu Christina?, Mercedes soltó una carcajada.
-Carajo, no digas eso Mercedes, me vuelvo loco de tan solo pensar en esa posibilidad.
-Ya, solo fue una broma, no tienes por qué molestarte, pero no entiendo cuál es el problema si al final ella está contigo.
-Eso lo sé pero de todas maneras no me gusta que le hablen así a mi chica.
-Vamos Nacho, no vengas con comportamientos de santurrón porque tú eres el triple de pendejo que ella.
-No Mechita, nada que ver yo estoy tranquilo.
-Encima eres un mentiroso, ¿entonces lo que me contaste de la chibola es una mentira?
-No, nada que ver, Paty es solo una amiguita, es bonita pero yo no siento nada por ella, no te voy a negar que a veces la miro y mucho, pero más haya no hay nada.
-Cada vez estás peor carajo, como vas a fantasear con una chibola, eres un enfermo Nachito.
-Bueno ¿me vas a ayudar o no?
- Ya carajo, háblame bien porque no soy tu mujer, aunque me hubiera gustado serlo, pensó Mercedes.
-Mechita lo siento, estoy muy molesto con esta situación.
-Bueno que quieres que te diga, lo que tienes que hacer es hablar con ella y decirle que te molesta mucho cuando le dicen esas cosas y que ella se lo diga a esos tipos que dejen de molestarla y punto se acabó.
-No es tan fácil, yo ya se lo he dicho pero ella dice que no hace nada, que son ellos los que la molestan.
-Huevón, eso pasa mientras uno lo permite, porque si en verdad no quieres que eso pase, pones las cosas claras y mandas a la mierda a quien tengas que hacerlo, si ella hace eso es porque en verdad hay algo de empatía con esos tipos que no necesariamente tiene que ser algo indecoroso, ¿Me dejo entender?
-Si, claro.
-O bien solo quiere ponerte celoso, a las mujeres nos gusta eso, que nuestros hombres siempre estén atentos a nosotras, desde épocas pasadas no había nada más romántico que dos hombres se peleen por una mujer, eso siempre ha existido y existirá.
-Entonces ¿estoy condenado a sufrir?
-No necesariamente, hay una frase que dice, el amor con amor se paga. Y creo que con los celos debe ser igual ¿no crees?
-Me estás diciendo que haga que Christina se ponga celosa? Pero no tengo con quién hacerlo, te recuerdo que ya no salgo con chicas.
-Si estuviera cerca te ayudaría, como tú me ayudaste con Jorge, ¿te acuerdas?
-Si claro, fuimos unos hijos de puta, casi se mata por nuestra culpa, ¿recuerdas que se quiso tirar por el puente Santa Rosa estando borracho?
-Si claro, se nos pasó la mano, pero creo que exageró porque apenas nos besamos un rato en la discoteca y anotaste tu número de celular en mi mano.
-Sí, el cabrón me llamó como quinientas veces.
-Bueno Nacho no estoy en Perú, si no con todo gusto te ayudaría a darle celos a tu mujer, pero esta vez te tiraría rico y te bajaría a la mosquita muerta esa, pensó Mercedes, Pero puedes salir con otra chica.
-Ya te dije que no tengo con quién hacerlo.
-Qué me dices de la chibola, de esa gringuita ricotona como la llamas.
-No, nada que ver esa mocosa me traería más problemas, no podría ni dormir.
-Entonces sólo se me ocurre que hables con Mavila.
-No, jamás, ni muerto.
-¿Pero por qué?, acaso con ella no te quitaste de encima a Elizabeth?
-Si pero el precio fue muy caro, Mavila y yo nos lastimamos mucho, al punto de ofendernos y dejar de hablarnos, además temo por Christina, ya sabes cómo es Mavila, ella es loca y destructora y también temo por mí porque me podría volver a enamorar de ella como la última vez.
-Mira cariño, tienes que ser bien hombrecito y coger al toro por las astas, de lo contrario seguirás sufriendo, nadie dice que tienes que acostarte con Mavila, solo habla con ella, dile cosas dulces, dile que la extrañas, rememora todas las cosas que hicieron juntos, todos esos lugares donde estuvieron, eso ayudará, porque Christina tendrá a todos esos galanes detrás de ellos y tu tendrás a tu Mavila, pan con pan ¿No crees? Así te sentiras más tranquilo.
A mercedes le lastima decir esto último, pues Nacho años atrás eligió quedarse con Mavila, hasta hoy se arrepiente de haberla presentado el día de su cumpleaños.
-No creo que funcione lo de Mavila, es imposible que solo converse de algunas cosas con ella, si la llamo ya sabes lo que pasará, más ahora que ella está herida por culpa de ese pelado que la dejó.
-No te queda de otra, se trata de que te sientas bien nada más, no tienes que hacer otra cosa que no quieras, además si ya hablaste con Christina y no le importa seguir con su puterío que más da.
-No digas eso Mercedes, Christina no es una puta.
-Engáñate si quieres cariño.
Ahora Mercedes se ha puesto celosa, es ella quien ahora está con la espada desenvainada, dispuesta a castigar a Nacho por no salir con ella un mes antes de su viaje a España, Ahora es ella quien recuerda que Nacho se fue con Mavila cuando ella estaba enamorada de él, Ahora ella recuerda lo cabrona que fue Mavila, porque ella le había dicho que Nacho le gustaba y Mavila sin considerar esas palabras terminó en la cama con Nacho el día del cumple años de Mercedes.
-Mercedes, no sé para qué te llamé, al final no me ayudas, me joden tus palabras.
-Entonces no me llames nunca y sigue aguantando a tu mujercita que no hace nada.
-Vete a la mierda Mercedes.
Nacho ha colgado el teléfono, se mete a la biblioteca de la casa, se sienta en el sillón, enciende un cigarrillo y no deja de pensar en las palabras de Mercedes, Se siente todavía más confundido. Porque ha dudado de Christina.
-Mercedes no tiene por qué mentirme, es mi amiga y ella no gana ni pierde nada con esta situación.
Piensa en volver a llamarla para ofrecer unas disculpas, pero finalmente decide no hacerlo. Enciende el equipo de sonido y pone un disco del pirata Sabina. Por su cabeza pasan todas las posibilidades que harán que se quede tranquilo.
Disparar contra esos cabrones que molestan a su chica, Salir con Paty la adolescente de ojos bonitos y someterla a las más terribles vulgaridades, no puedo ser tan hijo de puta piensa mientras fuma, también piensa en la posibilidad de llamar a Mavila.
No, olvídalo Nacho, no puedes hacer eso, ya sabes cómo terminará eso si lo haces, te arruinarás tu solo, Christina te dejará, no existe una mujer que aguante a Mavila, ella es el mismo demonio, no la convoques, a ella no Nacho, metete si quieres con cualquier pendeja que se cuelga de tu cuello pero no con Mavila, aprende de tus errores del pasado, por fin se fue esa maldición llamada Mavila, ahora ella está lejos de tu ciudad y si la llamas, aparecerá en cinco horas en tu casa, ella no sabe que estás con Christina, si se entera destruirá tu relación, si la quieres a Christina y por su bien no debes de llamar a Mavila, no lo hagas Nacho, por tus muertos cabrón, por más que Mercedes te dijo que no tienes que hacer nada que no quieres, sabes que terminarás haciéndolo, sabes que no puedes con la belleza de Mavila, con sus caricias de fuego, tus manos recorrerán su cintura y terminarán haciéndolo a horcajadas de pie en la sala, te gusta su cuerpo, sus manos con las uñas perfectamente pintadas, sus piernas flacas, su voz ligeramente ronca, te ofrecerá un porro de marihuana y no podrás decirle que no, ¡No lo hagas Nacho, carajo!, ella no se va a ir hasta no separarte de Christina, ella no aguanta que estés con otra mujer, es una loca enferma de los cojones, No la llames Nacho, no la busques.
Nacho se ha quedado dormido por fin después de todos esos revoltijos de ideas que tiene en la cabeza, pero duerme menos de una hora, cuando de pronto suena el timbre de la casa. Y de un salto se pone de pie, piensa en quien podría ser a esa hora, sale de la biblioteca y se aproxima a la puerta, pregunta quién es y escucha una voz dulce.
-Amor mío soy yo.
-¿Quien? Finge no saber que es Christina.
-Apúrate menso, que quiero entrar al baño.
Nacho abre la puerta y saluda a su chica con una sonrisa y con un beso en los labios
-Mi amor espérame tengo que entrar al baño me hago pis encima.
-Dale amor entra, coge el abrigo y la cartera de Christina y sube a la habitación. –Te espero en el cuarto cariño, le dice mientras sube por las escaleras.
Nacho se quita la ropa después de cepillarse los dientes, se pone un polo viejo y se queda en calzoncillos, no le gusta usar pijama, enciende la pantalla del velador y se mete a la cama, a los pocos minutos entra Christina.
-Ahora si ya estoy más tranquila mi amor, dice Christina mientras abraza y besa a Nacho.
-¿Cómo te fue cariño?
-Bien mi amor, la pasé bien con las chicas, en realidad nos despedimos hace dos horas pero en la esquina de Puno y real me encontré con Juan Carlos y ya sabes siempre se pone un poco pesado, lo mismo de siempre comienza a decirme que le gusto y esas cosas.
-Christina ya hablamos de eso, te pedí que cortes eso hace tiempo y no lo haces.
-Pero mi amor yo no hago nada.
Siempre es lo mismo, la respuesta de Christina termina por irritar a Nacho quien se voltea molesto.
-No haces caso Christina.
-Oye ya basta Nacho, No te vas a molestar por eso, no hice nada.
Las palabras de Christina molestan demasiado a Nacho, no aguanta más, se levanta de la cama y decide bajar a la biblioteca un rato más.
-Ya mi amor, dice Christina mientras coge del brazo a Nacho.
Pero Nacho no aguanta, aparta a Christina y sale.
-Bueno si quieres lárgate ¿ya?, Christina está molesta por el desaire de Nacho, apaga la lámpara de noche y se dispone a dormir.
Nacho está ahora en la biblioteca, Ya le he dicho muchas veces que me jode que permita que otros le hablen de esa forma, la molesten y ella no entiende y es tan descarada que me pide que no me enoje, es una cínica, piensa.
Entonces recuerda la conversación con Mercedes, Desearía que estés conmigo Mechita, pero estás a años luz de distancia que lo único que puedo hacer es extrañarte, lamento no haber salido contigo antes de tu viaje, lamento haberte dicho que no, en verdad la paso bien contigo, bebiendo, fumando, bailando contigo, hablando de las cosas que nos gustan a los dos, te quiero Meche, Siempre te quise y hoy te extraño horrores, ya estoy harto de esta situación y tú no estás, pero una idea al menos me has dado.
Nacho sale de la biblioteca e ingresa a la sala, se siente demasiado molesto, resentido pues siente que a Christina no le importa su sufrimiento y que peor aún ella disfruta.
Coge el teléfono y marca sin pensarlo dos veces.
-Hola Teddy, dice con voz temblorosa y no es porque está en calzoncillos sintiendo la brusquedad del frío, es porque al otro lado del teléfono está Mavila, la infernal Mavila.
-Gatito, que sorpresa. ¿Ya quieres jugar de nuevo?

FIN.

Texto agregado el 06-11-2017, y leído por 36 visitantes. (0 votos)


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