No tuve miedo del miedo, y a pesar de que ante ciertas tristezas del alma siempre estamos solos, en esa soledad nos tenemos a nosotros mismos.

Hoy tuve la dicha de contar conmigo y esa fortaleza y lucidez interna no la cambio por nada, las cuáles me llevaron a hacer acción del deseo guardado.

Un día de emociones reprimidas que salieron a la luz fue este sábado mientras que la impotencia y la vergüenza eran el plato dulce que ostentaba el pánico. Un pánico familiar y deforme que no me venció, que lo expuse vil y pendenciero, que por un instante me hizo dudar de mi misma pero escupí sobre las inmaculadas paredes su veneno.

Mientras que ese pánico me picaba la cabeza, me humedecía los ojos y me agrietaba la memoria se hizo presente una voz que sonaba como una melodía mística desde el interior de mi mente. Ella me decía que esta vez podría hacerlo, que todo iba a estar bien, que debía salir adelante y que me mantuviera en calma. ¿La conciencia hablaba o era el inconsciente, acaso? Pues, algo mágico y verdadero se manifestaba.

Siempre un nuevo cambio reproduce viejos temores pero no debes dejarlos que tengan dominio sobre ti.

Mientras que el temor resecaba mis labios y confundía mi cabeza, ¡esa voz! no cedió ante mi desconcierto e intensificó su queja, y avivó mi voluntad de manera soberbia

La verdad nos hará libres, libres y hermosos, beata calma que traerá consigo días nuevos y reparaciones.

Me siento en paz conmigo misma y sé que NO estoy sola.

Podrán irse y herirnos los otros, podrán tratar de olvidarnos y renegar de nosotros pero hay que vivir y ser fuertes sin perder jamás la ternura . Hay que demostrarnos a la semejanza de lo que fuimos y ante aquello que perdimos que el sufrimiento está hecho de palabras y pétalos, de pestañas y acuarelas que reflejan el lado oculto de los sentidos y despejarán de ausencias nuestro camino.