Caminando,
Los veo juntos, vibrantes, ocupados y molestos,
Y basta una palabra, una elegía, un parpadeo,
Para velos degollados, tristes, solos, mutilados?
Veraniegos, ausentes, malvados
Y más ya no los veo.

La sombra se abalanza muda y fiera;
Mientras los sueños diurnos y nocturnos,
Efebos y galopantes
Marchan sin que llore y se derrita el gigante.
El destello se encoge trémulo e inseguro
Y las lágrimas que evapora la tierra
Jamás volverán a su mundo.

Corales tintos de sangre y gritos,
Algas indiferentes y saladas de tanto llorar,
¿Por qué se esconden bajo el alquitranoso mar
Con su marea inmóvil y estéril
Escuchando vientos y alisios
Retóricos, penosos y grises
Que a las olas no pueden empujar?

Un bosque espeso nos separa del futuro
y en el jardín tenemos un árbol desnudo.
En esta acera, en este campo de hielo,
Se marcha mucho, a paso dormido,
Adornando con rosas la historia
Llorando sin cambios el tiempo.

Tú, yo, nosotros, él, ella, ellos y usted,
Fumando, en la escalera dormidos,
Vemos cómo se van nuestros abuelos
Nuestros hermanos y nuestros padres;
¡Qué insoportable y silencioso es nuestro duelo!

¿Acaso el camino ya no puede andar?
¿La sombra idiota y avara los hará capitular?
¿Se secará el mar y olerá a muerto
mientras en la simiente y el vientre llevamos
toda ignorancia, todo duelo y todo lo que no aprendimos?
Caminando, a la bandada veo volar...