Poema
NO LLAMEN A MI PUERTA
No me interrumpan, estoy sumamente ocupado.
No llamen a mi puerta, no pulsen los números del teléfono.
No pregunten por mí a los vecinos, ellos no saben si estoy o no estoy.
No averigüen si me encierro en la casa o ando por el mundo vagando.
Olviden por un tiempo que existo y que vivo.
¿Por qué?
¡Porque hoy volvió!
¡Sí! ¡Ella volvió!
Y no quiero que al abrir la puerta el viento la tome y me la robe otra vez.
Ahora la quiero aquí, conmigo, pues aquí debe estar.
Estuvo alejada algún tiempo después que sin avisar se esfumó.
Hoy volvió de improviso cuando ya la espera tocaba a su fin.
Por eso pido, déjenme a solas con ella para conversar el tiempo alejados
y después con calma, con furia y con rabia la quiero abrazar.
La voy a disfrutar mientras pueda retenerla y quiera quedarse,
no la dejaré descansar, la estrujaré, la querré tener noche y día
y aunque quiera dormir en mi pecho, mi ímpetu retenido no la dejara.
Con fuerzas inhumanas le voy a exprimir el goce del tiempo perdido
y además mientras yo pueda será mi hembra aunque tenga que forzarla.
Si la situación lo requiere le esconderé la ropa, la encerraré en una jaula,
la ataré desnuda a mi cama y la tendré prisionera aunque clame libertad.
Por eso aseguro: esta vez no huirá y aunque lo intente, escapar no podrá;
pues el tiempo que lejos anduvo fui un paria sin razón;
fui analfabeto vagabundo sin sendero ni meta que alcanzar;
fui un bohemio que la buscaba como loco entre quimeras y alcohol;
fui guitarra sin cuerdas y canción escrita con silencios;
y fui prosista de estrofas inconclusas asiduo huésped del canasto de papeles.
Al fin la tengo prisionera, en presente es mi cautiva, y ahora la haré mi esclava.
Hoy es la hembra deseada que en algún momento me olvidó.
¡Y hoy la quiero mía, mía, mía, mía, solo mía y para siempre mía!
Hasta que me dé su última palabra o hasta cuando yo exhale el último suspiro.
En ese momento libre será, de par en par tendrá la puerta abierta,
en el camino siempre habrá brazos abiertos que la querrán cobijar.
Pero hoy, mañana y hasta que duren nuestras amarras concubinas
se queda conmigo, al alcance de mi vista, de mi olfato y de mi tacto
amarrada a mi pluma, sujeta a mi teclado e impresa en mi cuaderno,
atrapada en la memoria de mi computador y en mi alma de poeta.
Les pido que no me interrumpan porque a mi voluntad estoy con ella
y la siento dispuesta a todos mis caprichos de semántica lingüística
incluso además de gozarla, muy solícita, me está ayudando a escribir.
¡Hoy es mía, solo mía... mía, mía! La esquiva inspiración.
Incluido en libro: Todos los vientos
©Derechos Reservados.
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