Basado en hechos reales.
Nos encontramos ebrios y drogados, siendo franco demasiado "locos"; trato de pensar racionalmente pero no logro la claridad necesaria para poder recordar como diablos llegamos a este sitio. Solo sé con seguridad que estamos sentados en una pequeña mesa de madera, sobre ella una botella de whisky tres vasos y un deposito de hielo.
A pesar de las reinantes penumbras observo con bastante propiedad que esta discoteca rebosa de una gran multitud de personas; un nutrido grupo danza desenfrenadamente los ritmos de moda, otros beben en la barra del bar y algunos al igual que nosotros prefieren la comodidad del sector de la pérgola. Dicha zona esta demarcada en uno de los costados de la pista de baile, es un lugar colmado con más de dos docenas de mesas todas practicamente amontonadas unas al lado de otras; es difícil transitar entre ellas pero pareciera que a la mayoría de los asistentes no les importara.
Los tres (Juliano, Thomasito y quién relata esta historia) llegamos protestando airadamente por la excesiva altura de las sillas, podría asegurar que estamos a más de un metro del suelo.
_ ¡Voy al pipí!_ Anuncia Thomasito levantándose con dificultad; trastabillando se pierde entre el gentío en busca del baño.
_ ¡Salud Brother!_ Juliano sirve el whisky acompañándolo con hielo_ ¡Salud Thomasito!_ Grita sin darse cuenta que nuestro amigo no está.
_ ¡Ya regresa fue al pipí!_ Respondo bebiendo de mi vaso_ No te vayas a caer que los asientos no parecen muy seguros.
_ Drogado, ebrio, y equilibrista, pero no huevón_ Juliano ríe oscilando peligrosamente de un costado a otro, está sumamente eufórico_ ¡Quiero beber y brindar pero falta Thomasito!... ¡¿Donde carajos está ese huevón?!_ Mira a los costados buscándolo.
_ Ya te dije que fue al baño_ Lo tranquilizo_ Está por regresar, espera un poco_ Tras algunos minutos apresuro un cigarrillo; al fumar distendidamente me percato que Juliano ha dejado de hablar, aun mantiene el vaso entre sus manos pero no presenta movimiento alguno, además tiene los ojos cerrados, pareciera que se quedó dormido.
_ ¿Juliano estas durmiendo?_ Pregunto con sigilo_ ¡Juliano despierta!_ Me preocupa que resbale y caiga_ ¡¡Despierta Cabrón!!_ Debo admitir que parte de lo que sucedió fue culpa mía, nunca debí gritarle.
Desconcertada y sorprendidamente mi "Brother" despierta perdiendo de inmediato el equilibrio_ ¡Anda conchasumadre!_ En un acto reflejo se aferra a la silla y sujeto a ella comienza a caer_ ¡Hijo de putaaaaaa!_ Gritaba mientras se desplomaba. Imagino que con la adrenalina "a mil" y la desesperación a "flor de píel" logró con una de sus manos asirse de nuestra mesa, lamentablemente la base era demasiado endeble y no aguantó todo el peso, así que también la mesa se sumó a la caída.
A medio y rápido descenso mi hermano consigue girar su cuerpo estirando el brazo derecho en el aire; inesperadamente alcanzó la mesa que se encontraba a nuestra derecha, se aferró a ella como pudo pero el intento de frenar el desplome fue infructuoso, de hecho resultó aun más desastroso debido a que desde ese momento se sumaron cuatro nuevos personajes al desastre.
Juliano aun aferrado a su silla, nuestra mesa, la mesa de al lado, las sillas que estaban en la mesa de al lado y cuatro vecinos que compartían desinteresadamente (Dos hombres con sus novias) iban directo a colisionar contra el piso _ ¡mierdaaaaaaaaaaaaaaa!_ Coreaban los cinco al unísono.
Estoy seguro que el impacto será recordado por años; no solo por el escandaloso ruido que hicieron las botellas, las sillas, los vasos, las mesas, Juliano y nuestros cuatro ocasionales vecinos al estrellarse con violencia contra las baldosas; el estruendo será recordado por la lluvia de vidrio y licor que saltaron sobre las personas que bailaban distraídamente a solo un par de metros.
Allí el absoluto caos, zapatos, pantalones, vestidos, y zapatillas mojadas con whisky, parejas cayendo de bruces y espaldas por pisar involuntariamente los trozos de hielo esparcidos por doquier, piernas y pantys rotas por trozos de vidrios. La administración tuvo que detener la música y encender las luces. El desastre fue apocalíptico.
_ ¿¡Que carajos pasó!?_ Thomasito retornaba desde el tocador_ ¿Cayó una bomba?_ Preguntaba cuando ambos reíamos buscando a Juliano quién yacía debajo de su silla, de nuestra mesa, de la mesa de al lado, de las sillas de la mesa de al lado y debajo de cuatro enfurecidos y semi inconcientes vecinos.
_ ¡Ayuda... ayuda... sáquenme de aquí!_ Vociferaba Juliano entre carcajadas; aun no sabía que aquel "costalazo" saldría más caro de lo que podríamos llegar a pensar. Debimos pagar por todos los daños que ocacionamos para que el gerente no llamara a la policía.
Destruímos dos mesas, cinco sillas, dos botellas de whisky, seís de Coca Cola, siete vasos, dos contenedores de hielo, dos ceniceros; además debimos liquidar las facturas de los primeros auxilios en la clínica para nuestros cuatro vecinos, también pagamos por vendas, parches y suturas por varios cortes en las piernas de media docena de inocentes bailarines afectados por la lluvia de vidrio roto. Nunca olvidaré aquella salida llena de excesos.
Después de esa fatidica noche se nos prohibió la entrada de por vida a la discoteca.
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