A veces me muero por guardar silencio, morderme la lengua, frenar las ideas que se repiten por segundos, como si fuese a mejorar todo aquí dentro si las saco. Pero no tiene sentido, porque sé que son disparates, que hablo mucho, que mareo. "Ya cállate, nadie te va a aguantar así", "por qué hablas tanto, qué terrible", "devuélveme esos cinco minutos de mi tiempo". No, no son mentiras ni exageraciones, así tal cual suenan, las escuché cruzando como un trueno cuando hilaba alguna idea balbuceando con la boca. "Hablas sola, qué miedo, ya basta", "¿no te cansas?" "¿dónde te apagas?".
Imposible pedir a alguien que lo entienda, que pase dentro de la cabeza mía y logre escuchar el grito de pajaritos que me atormenta, que se me acelera el tamborcito corazón si no me relaciono con sonidos, palabras, ideas estúpidas (por qué dije eso, deben estar pensando que los aburro con esto.)
Que me sofoco, que lloro desesperada luego de una reunión de amigos, o conocidos. Que permanezco días encerrada, sin querer ver a nadie pero sin parecer un bicho extraño, "estoy trabajando, he estado ocupada". Lo único que me ocupa es la angustia, y evitar sentir que en cualquier momento el pánico se tomará mis pulmones y me dejará aturdida, esperando una muerte que no llega, la sangre agolpada en las orejas y la pérdida del olfato, la ceguera momentánea, el aire entra pero no sale.
¿A quién le voy a explicar?, "no eres introvertida, ¿de qué sufres?", "eso sólo está en tu cabeza, ya para". Sí, efectivamente está en mi cabeza, aquí vive, anida, hace sus vacaciones de verano, come mi comida y mis energías. Ese maligno Pepe grillo que te canta "lo estás haciendo mal, nadie te quiere, todos de odian..."
No sólo es la impaciencia, ni las ganas de flojear. No puedo dormir mucho, sólo pienso en lo que tengo que comer, cuánto tengo que caminar, cuántas cucharadas debo ingerir, cuántos segundos debo esperar entre sorbo y sorbo, cuánto demora en bajar la comida por el esófago...
Pero de qué sirve explicar, si ya lo he dicho todo. ¿O acaso nada?
Regurgitar información, hacer que todo parezca normal, que sólo se trata de la cafeína, de la personalidad extrovertida, de hacerme la graciosa.
Apagar la cabeza un rato, morderme la lengua y escuchar el silencio sin pensar en los oídos que juzgan y las miradas que se distraen con algo más interesante que lo que pueda decir.