Cuando camino por
los prados, la brisa que
me acaricia es como tu dulce
respiración sobre mi semblante.
Cuando veo el sol
brillar es como observar
tus ojos y su prístino
resplandecer.
Cuando nado por
los ríos es como
dejarme llevar por
la suave corriente
de tus cabellos de
miel.
Tú mi querida
Alfonsina, tú la
única, la que los
cantos de pájaros
te llamaban a danzar
entre árboles y flores
de un valle que nunca
se marchita. Tú la que
recibiste el halito de vida,
tú la que renaciste más bella
y radiante.
Tú querida Alfonsina
en mi corazón pernoctaras
y mi alma te recordará, como
aquella que no merecía irse antes
de tiempo. Resta mucho por lo
que reír y ser feliz querida Alfonsina.
Texto agregado el 25-10-2017, y leído por 98
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