A Ella le hicieron una pregunta y como no tenía que más responder solo atinó a decir: "La respuesta está en tu corazón" una típica frase que actualmente se oye y que nos permite analizar el papel de los sentimientos por encima de la razón. No vamos a entrar en una discusión sobre el dilema razón versus emociones; sin embargo, la siguiente historia narra a modo de reflexión el gran papel del análisis en nuestras respuestas, donde quizá prime la razón o las emociones.

Ella asumió que su relación no era del todo perfecta. Ella controlaba mucho a la persona con la que estaba y no le bastaba el típico mensaje de "ok te entiendo" sino que buscaba a veces una tercera respuesta que lograra satisfacerla, obviamente no la encontraba.

Él, un hombre tranquilo con metas, buscaba entender el papel de Ella, nunca le decía nada porque para Él, el amor no es reclamar, sino es entender y buscarle la respuesta. Sin embargo, todo llegaba a un punto donde si no hacía algo, las cosas iban a salirse de control.

La primera vez que ambos se dieron cuenta de que debían enfrentar sus problemas, tomaron como postura que a veces la razón debía de ser la jueza de sus respuestas, pero Ella decía que sin emoción, la relación no iba a funcionar. ¿Entonces qué debían hacer?, ¿dejarse llevar por las emociones y mandar toda la relación al diablo? o, ¿dejarse llevar por la razón y buscarle una respuesta sana y madura frente a los problemas?. Nunca llegaron a un acuerdo.

La segunda vez que ambos se dieron cuenta de que las cosas no andaban bien, llegaron a la conclusión de darse un tiempo. Ese bendito tiempo que la gente pedía y que cuando llegaba no hacía nada. Él anotó en su red social: "El tiempo no cura nada, solo te demuestra que las cosas no se arreglaron en su momento y ahora estás viendo las consecuencias" . Ella lo leyó y se sorprendió y pese a entenderlo, no hizo nada por mejorar la relación.

56 meses después de haber iniciado su relación, Ella y Él se dieron cuenta que las cosas no iban bien y que si no hacían algo, todo se iba a terminar. La tercera y última vez que discutieron, buscaron la respuesta que tanto se preguntaban: "No podían estar juntos". Ella y Él se separaron, buscando un rumbo que definitivamente no los juntaba. Es así que antes de irse y despedirse, Ella le hizo la última pregunta: ¿No te olvidas nada, no?, Él respondió: "Sí, los recuerdos"; y partió a un rumbo desconocido, el cual Ella definitivamente nunca se enteró.

A ti te harán muchas preguntas, te cuestionarán muchas veces tu manera de actuar, pero lo que nunca debes permitir es que las personas intervengan en aquello que es nuestro, aquello que solo nos corresponde a nosotros. Si algo tenemos que aprender, es que la solución no siempre está en los sentimientos sino también en las decisiones.