Al pasar, escuchó en tono bajo una voz que susurró su nombre. Asustada intentó mirar dentro. Su nombre hacía eco entre las tumbas. Fijó su mirada en aquella bóveda de la izquierda la única que tenía flores moradas; de allí salía la voz junto a una niebla fina. Con valor poco usual en ella entró y fue directo a la tumba. Cuando se acercó la voz desapareció y un frío extraño se apoderó de ella, mientras temblorosa leía su nombre inscrito en la lápida.
Texto agregado el 21-10-2017, y leído por 77
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