Soy alto, delgado y además de piel blanca; no tengo la fisonomía para pasar desapercibido entre los ciudadanos locales; ellos, en su mayoría, son pequeños, gorditos y morenos. Aún así, no es la primera vez que estoy en este país y en esta ciudad, lo que facilita mis movimientos dentro de las céntricas calles de la urbe.
Le digo al chofer del taxi que me deje en el mercado central; sé que a esta hora de la tarde pequeños "carritos" (locales móviles) se estacionan en sus inmediaciones para vender deliciosos sandwiches. Los puestos itinerantes ofrecen distintas variedades de hamburguesas, personalmente me gustan las que llevan carne, palta, papas hilo, ají, y lechuga. Reí a carcajadas cuando Gloria, antes de partir, abrazándome dijo; Ve a comer un par de sandwiches por mi donde "La Tía Veneno".
El vehículo demora en llegar al centro de la ciudad cerca de veinte minutos; voy de regreso desde el aeropuerto donde te fui a dejar; la despedida fue como todas las separaciones; fuertes abrazos, delicados besos, caras cargadas de tristeza y ojos llenos de lágrimas. Pero aún a pesar del dolor que conservamos sé que nos volveremos a ver mucho antes de lo que ambos esperamos. Tengo una fe ciega en ello.
Tuve que bajarme a dos cuadras antes de llegar a mi destino, una gran y desordenada multitud festeja el empate de la selección de fútbol del Perú con su par de Colombia, y entre golpes de bombos, fuegos de artificio, saltos y bailes, la masa detiene el tráfico. Llevo puesta la camiseta de la selección peruana que me obsequiaras y con la cual vimos juntos el juego antes que tomaras tu vuelo; así que no tengo drama alguno en confundirme entre el gentío.
A pesar del alboroto llego de inmediato donde están los carritos, hay poca gente así que en consecuencia el tiempo de espera para obtener un delicioso sandwich es mucho menor a lo usual; lo malo es que las caseras que venden el té calentito no han llegado, seguramente por el estancamiento que crea la celebración.
_ ¡El que no salta es un chileno!... ¡El que no salta es un chileno!_ Cantan al son de un bullicioso bombo una pequeña turba de aproximadamente dos docenas de fanáticos, ellos vienen en esta dirección seguramente para comer algo.
_ Me da el Sandwich para llevar por favor_ Le digo al maestro cocinero. Prefiero retirarme pues sé que el fanatismo mal enfocado en ciertas ocasiones suele ponerse demasiado peligroso. Especialmente si soy chileno.
Salgo por un pasaje desde el mercado central hacia la turística avenida Bolognesi; esta vía se ha transformado en una ruta peatonal colmada de camisetas blancas con la clásica franca roja cruzada que pareciera ser el uniforme oficial más usado este día; en esta parte de la ciudad me siento mucho más cómodo pues Tacna es una localidad que vive del turismo y viajeros de los más variados países la visitan con mucha regularidad.
_ Buenas noches ¿Podría venderme una Coca Cola?_ Pregunto al entrar en un pequeño almacén que permanece abierto a esta hora de la noche. Lo atienen dos señoras ya maduras; pareciera que son hermanas y deben estar rondando los cincuenta años de edad; una de ellas bebe lo que pareciera ser mate y la otra me mira curiosa y simpática.
_ Son tres soles_ Responde la más menuda de las dos, ríen animadamente al darse cuenta que soy chileno, lo advierten por mi timbre de voz.
_ ¿Que hace un chileno con la camiseta de la selección de fútbol del Perú?_ Preguntan jocosamente volviendo a reír.
_ Es un regalo de mi novia. Ella es peruana, de la localidad de Chincha_ Sonrío sinceramente.
_ ¡Mira que hermoso es el amor!_ Ambas se miran cómplices_ ¡Yo quiero un novio chileno!_ Bromea la más bajita.
_ Cuando regrese a Tacna traeré un par de amigos para que las inviten a salir_ Bromeo junto a ellas.
_ ¡Ya pues! ¡Nos avisas para ponernos hermosas!_ Responde la que tomaba mate; los tres celebramos la broma de muy buena gana.
_ ¡No lo olvidaré! Gracias, buenas noches_ Me despido
_ Sé qué con tu novia hacen una hermosa pareja. Tienes la carita llena de amor; se ve que estás muy enamorado_ No sé cual de las dos señoras afirmó aquel dulce comentario, solo sé que su tono de voz sonó demasiado tierno y de verdad me encantó aquel detalle.
_ Lo sé; muchas gracias por ser tan encantadoras. Buenas noches, que descansen.
Camino de regreso al hotel entre golpes de bombos, fuegos de artificio, bailes y saltos de alegría. En mi mano llevo un delicioso sandwich de "La Tía Veneno" junto a una Coca Cola que serán mi última cena en la ciudad de Tacna.
Conservo junto a mi tus cálidos abrazos y dulces besos; me llevo todo tu incondicional amor, el cual me hace tanto bien mi amor. Mañana temprano parte mi taxi de regreso a Chile, estamos muy cerca, y de igual manera te extrañaré demasiado.
(Espero que el tiempo corra veloz para tenerte nuevamente entre mis brazos).
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