De estas pequeñas manos oscuras y vacías
sacaré las trozos de las cosas destruidas que jamás quise regalar
los miedos escondidos que nunca intenté vencer
y la vida despreciada que siempre quise tener.
De estas mismas manos forjaré la ciudad flotante que te verá la cara al despertar
llena de un temor vibrante y llena de esas ganas de llorar por ver el tiempo pasar
Apretaré la plasticina negra con la que moldeé tantas veces el planeta Tierra
Y sacaré de mis uñas el esmalte invisible de la verdad duradera.
Nunca tuve tantas ganas de echarme a reír de una estupidez tan grande como ésta.
Debí haberte hecho caso más de una vez, ese es mi dilema.
Debí haber huído más allá de la distancia recíproca de mis brazos en este universo vasto.
Finjí beber el té cuando me estaba ahogando.
De estas grandes manos sacaré todos los cigarros que he fumado
Multiplicaré las botellas y las colillas de estas extremidades eternas
Romperé el día y la noche tapando las disgustadas estrellas
y golpearé mi desplazado y cansado pecho repitiendo:
Perdóname, padre, porque he pecado.
Texto agregado el 20-10-2017, y leído por 95
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Lectores Opinan
20-10-2017
Me encantó pero la frase final, para mi gusto le restó fuerza, no hace falta el perdón cuando todo ha sido un aprendizaje en tu vida, no hay lamento cuando has vuelto a renacer en el despertar de un acertado pensamiento. Un abrazo, Julia_Flora
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