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Siento como el celular vibra dentro del bolsillo delantero de mi pantalón_ Seguramente ha llegado un mensaje_ pienso cuando suelto por algunos segundos el cinturón de seguridad que llevo puesto; así podré extraer con más facilidad el pequeño teléfono móvil.
Viajo por la Avenida Pedro Prado en dirección norte, es de mañana y el cálido sol aun desperezándose sale lentamente por detrás de la cordillera de la costa; un rápido taxi colectivo me lleva al centro comercial donde trabajo.
_ ¡Buen día! Ten un bello día mi querido iquiqueño_ Dicta el texto que enviara Gloria y que sin pensarlo me roba una franca sonrisa. Se está haciendo una grata costumbre escribirnos mas seguido y para ser sincero me agrada en demasía.
La nota va acompañada por una serie de fotografías del mismo amanecer que observo en este momento, pero es un alborear bastante lejos, retratos de otra ciudad en un lejano país.
Todo lo que pasa me lleva a meditar en el incierto mañana; pienso que me encanta desconocer que es lo que pasará conmigo y desde cierto punto de vista también me inquieta en algo los nuevos sentimientos que comienzan a fluír y que desinteresadamente compartimos con Gloria; quizás sea algo importante o tal vez sea solo pasajero; aún así he aprendido a no temerle a lo desconocido. No será la primera vez que estoy indefenso frente al humor de un incierto futuro.
_ ¿Que quieres de mi?_ Como un ritual suelo hacer preguntas a mi destino_ ¿Me dejarás tranquilo ahora?_
Casi siempre me responde de las maneras más extrañas_ ¿Ella será de importancia? ¿En donde ocurrirá algo de verdad significativo para nosotros?_ Recuerdo muy bien que esa fué la última pregunta que hice esa mañana.
Nuevamente observo las fotos de aquel amanecer que enviaste y vuelvo a pensar en ti. Paradójicamente es en ese preciso momento cuando levanto mi vista para ver por donde carajos vamos, y es cuando lo veo.
Junto a nosotros y por la vía rápida otro taxi colectivo pero de color azul nos acompaña; aquel automóvil es de otra ciudad situada a más de trescientos kilómetros de aquí, solía encontrar aquellos coches cuando vivía en la localidad de Arica, su paradero estaba en el centro frente a la multitienda Johnsons. El chofer del casual taxi me mira por algunos segundos dibujando una sonrisa en su rostro (hasta el día de hoy me pregunto porqué lo hizo) y acelerando nos adelanta. Hay unas grandes letras de color blanco impresas en el oscuro vidrio trasero que recitan "Arica siempre Arica".
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Texto agregado el 18-10-2017, y leído por 368
visitantes. (12 votos)
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Lectores Opinan |
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20-10-2017 |
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Un texto que fluye espontaneo y atrapa inevitable la atención del lector. Felicidades. 5* mapan |
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19-10-2017 |
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Y ahi vamos,preguntandonos sobre que pasara...si solo pudieramos disfrutar el viaje presente.,Lindo tu texto.***** annablaum |
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19-10-2017 |
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Pintas tan bien las imágenes, que es inevitable dibujar una sonrisa cuando me asaltan los recuerdos que hemos ido coleccionando.
Lo he disfrutado por completo! :) Gemercy |
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19-10-2017 |
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Ah! Y por qué sonrió? Yo diría que esa sonrisa es la sonrisa del protagonista. Como un espejo de lo que hay dentro de uno mismo. Susanis |
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19-10-2017 |
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Excelente no tener a lo desconocido. Como decimos en México, hay que "agarrar al toro por los cuernos" y que pase lo que tenga que pasar. Saludos!! Susanis |
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