Me gustaba creer que podía saber qué pensabas cuando me veías llegar, siempre apurada y mirando de reojo el celular para que creas que no notaba tu mirada, que no me daba cuenta de tu sonrisa y del movimiento extraño de tu pie izquierdo ; podría cerrar los ojos y al cabo de pocos segundos empezar a dibujarte sin perder un solo detalle, poniendo énfasis en tu sonrisa y dándole vida a tu mirada, más vida que la que tú me diste desde que te conocí; en circunstancias nada agradables pero propicias para empezar con nuestra historia efímera. Es obvio que no quiero dejarte ir, a pesar que solo tengo tu recuerdo, estoy convencida que no me hace daño, que pensar en ti me hace creer que puedo vivir lo mismo que viví contigo con otra persona, otra persona que sí se quedará conmigo y no me reemplazará a las dos semanas de haber terminado.