Dedicado a Paredes y a Jadim, el Sexto y el Séptimo jinetes del Apocalipsis.
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Nunca pensé que lo echaría de menos, pero... necesito volver a soñar con ése viejo mundo. Sus calles interminables, sus parques fantasmales, sus visiones estrafalarias de una vida "vivida" sin apenas recuerdos del pasado, sin ganas de ver llegar el futuro.
En la soledad de mis sueños me encuentro ya como siempre, sin mi parte infantil, sin mi parte "adulta", sin ninguna parte de mí, que no sea yo mismo, con un sobre en la mano... ¿Difícil de entender? Lo es, lo admito. Hasta para mí, que lo escribo, resulta complejo, pero... ¿A quién no le resulta complejo entender lo que escribe?
Me estoy yendo por los cerros de Úbeda, como siempre. ¡Ah, al fin! Aparece un pequeño banco y un parque infantil. Como siempre, no hay nadie. Sólo esperaba el nacimiento de una escena, para poder recostarme y pensar... Pensar todo lo que hice, lo que hago, lo que haré...
Es rayante.
-Y tras todas aquellas penurias, ¿has vuelto?
-Ya ves, pitufo, cuesta abandonar viejas costumbres -contesto al pequeñajo de siempre-. ¿Ya me vienes a dar la brasa?
-No.
-¿Qué?
-Que no -dijo con mucha seriedad-. Eres dueño de tu destino; sólo vengo a decirte que no hagas demasiadas tonterias, ni tontees demasiado, ¿de acuerdo?
-D'accord -le contesto.
-Y, por cierto, no le hará ilusión.
Se marcha...
Cojo el sobre y lo rompo, pensando "Lo sabía." |