Inicio / Cuenteros Locales / tsk / Aventuras y desventuras de una meretriz en Barcelona, cinco.
Cuando se enteró mi vecina Evelia de que estaba sirviendo en Barcelona, lo primero que soltó fue una verdad como un templo.
- Uh, sirviendo... De puta estará.
Y efectivamente de puta estaba, originándose en el poblado- por aquella opinión- una discusión, un bizantinismo sobre si Dios era Cristo; en este caso: si yo me abría de patas por dinero o no.
En mi caso Dios era Cristo, pero como la gente no se cree nunca la verdad, al final ganó la opinión según la cual andaba de chacha, casa de una importante familia de Barna. A mí realmente me daba igual. Tenía decidido no volver hasta mi jubilación al poblado. Esto es, cuando ya no resultara atractiva a al clientela; que es el baremo que en esto de la putez rige.
Por ello, durante todos aquellos años me afané por hacerme con unos ahorros suficientes para poder aguantar sin mayores contratiempos los años postreros. Con mundo y vida volvería al pueblo que me viera nacer, a tomar los rayos del sol contra la pared de mi vieja casa, que hasta en invierno alumbraba. Me estoy dejando llevar de sentimentalismo, que no era el objeto de estas páginas verdaderas. A lo que iba. Había que afanarse y cotizarse para tales fines jubitalorios. Una no era una puta cualquiera. Era una meretriz de las de antes, de cuando sólo se metían a puta las que estaban buenas. Había que cotizarse y ahorrar, y a ello me dediqué durante aquellos treinta años haciendo horas extras si era menester, con el fin casi exclusivo al final de darle en las narices a mi vecina Evelia.
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Texto agregado el 04-10-2017, y leído por 121
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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05-10-2017 |
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No sólo bien narrado sino que realza la realidad de muchas mujeres metidas en esa vida. ***** justina1111 |
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