El francotirador llegó a la azotea y estudió el mejor ángulo para disparar al dictador que había gobernado por 15 años y ubicó un lugar donde veía sin obstáculos la silla que ocuparía para presidir el evento. Minutos después llegó el mandatario rodeado de un gran dispositivo de seguridad y ocupó su asiento.
Observó en la cruz de la mira de su fusil la cabeza del sátrapa y colocó el dedo en el gatillo. Lo mandarlo a otra vida y el país retomaría el camino de la democracia.
Se cocentró en aquél disparo, pero de repente un grupo de militares, unos seis, irrumpieron desde la puerta de la escalera y el jefe de la tropa se dirigió hacia él.
El francotirador se puso lívido al saberse descubierto. Su plan había fracasado y lo apresarían o matarían allí mismo.
Miró con desconsuelo al guardia pero este disipó sus dudas cuando lo increpó:
—¡No vaciles, dispara, y no te preocupes que yo me encargaré de él si sobrevive!
Alberto Vásquez.
Texto agregado el 04-10-2017, y leído por 144
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Lectores Opinan
05-10-2017
Excelente texto para reflexionar y tomar consciencia de tanta locura desatada. Un full abrazo, amado amigo. SOFIAMA
05-10-2017
Un agradable y entretenido microcuento, que ademàs encierra una moraleja interesante
Ricky1811
05-10-2017
Estuvo excelente el final. ojalá fuera realidad para dos o tres jefes de estado que andan por ahí matando a su pueblo. ***** justina1111
05-10-2017
sólo llegaron para ver el espectáculo. Les suele pasar a los líderes amados... ta bueno expreso
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