Me extrañaré
cuando deshabite tu piel,
cuando me humanice
ante las añoranzas poéticas
que fueron tibias proyecciones del ayer.

Buscaré los rostros
que ardieron como antorchas dentro de mí,
echaré de menos los amigos y las estrellas
que perdí en el ascenso del frenesí.

Los años serán polvo
entre el refugio de mis guantes rotos
y yacerán en las palabras ignotos,
en los sentidos devotos,
en los seres que nos amaron
pero prescindieron de nosotros
ante la realidad y su alboroto.

Los niños serán hombres
pero ten en cuenta,
que tendrán que perderse a sí mismos
para conservarse nobles,
para amar la esencia de la vida
que carece de etiquetas y nombres.

Los dolores serán pequeños descensos
que saldrán de su reposo en la tierra,
que harán charcos de néctar
para lavar del alma
las tristezas más siniestras,
que justificarán en la verdad
un símbolo de grandeza.

Vos y yo deshacemos ausencias
mientras los días abortan historias,
mientras te amo y me voy
porque no hay mariposas en esa boca tan tuya,
en esos ojos tan negros
que he buscado como maldita loca,
me voy, porque no me queda otra,
pintando un beso de carmín
sobre los silencios que ha delatado tu sombra.