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Los amigos, la necesidad de vivir intensamente y sin culpa, los meses que valoré escribir y morir lentamente para sentirme real, la languidez de la vida y la precocidad de la muerte. ¿Cuánto de real o de imaginario existía en mí?, ¿acaso cuánta destrucción podían construir las palabras?

Escapar fue el verbo que me direccionó a Carolina, su violencia emocional, esa disconformidad social y la libertad absorbida, despertaron en mí ese sano vicio de la curiosidad.

Los años que acontecieron a la amistad con Carolina y valga la redundancia, fueron simples y desorbitados, me asombraba la mediocridad con que se desprendían las personas de su esencia, los ideales no eran claros y excepto el aborrecimiento, todo desapareció.

Otra espina o fuego en mis entrañas, mi talón de Aquiles, fue lo que socialmente se denominaría impulso, único camino visible, el cuál accedió para que actuara desconsideradamente con las personas. Personas crueles, regaladas a la estupidez del mundo, insignificantes, cobardes, acaso de extrema maldad alegando extrema sinceridad en su confusión, o simplemente seres de buen corazón que no tenían porqué chocarse conmigo y por si preguntan, dejaron rastros, abrieron tajos y dieron paso al derrame para empapar mi interior, cortaron y quemaron lo que después del hambre las ratas infecciosas desecharían.

Francamente todos necesitamos una salida en este desagüe de misericordias y desechos, esos desechos vienen de la conciencia y más si la misericordia no sale del culo, sale de las palabras o de sus actos.

Pocas veces vi a Caro por ese tiempo, fue certera la distancia ahora que lo pienso, porque para ella y las supuestas amistades, su narradora era un “bardo”. Sin sorpresas me alejé lentamente de los demás, como quién va a su entierro, y como quién desde siempre espera el metal en las venas o el puñal por la espalda.

Gente mediocre y enfermiza, náuseas me daban las personas y ya no tenía porqué vender el alma al diablo ni darles mis huesos a los perros. Sin embargo, el amor fue menos que menos, a E le había perdido el rastro hacia meses y por contradictorio que parezca no me importaba. Si al final, toda esa especie estaba moldeada de la misma manera, con la hazaña y deficiencia de un psicópata (¿Dios?); amarillentos vómitos (el de los enfermos), sangres vaginales, estiércol fermentado, narices irritadas por el blanco día y más clavos, MÁS AGUJEROS. Pero lo más retorcido de esa deformada estructura, era cuando todo aquéllo se juntaba y se disecaba, ¿quién sabe dónde?; desprendiendo el más horrible de los olores, en sus grasosas y esqueléticas carnes: ¡el de la desesperación!

Qué enjambre de suciedades, estos sentimientos no eran buenos y tampoco digo que me hacían bien, ¡pero eran reales!, ¡por sobre todas las cosas, eran febrilmente reales!

A partir de un festín de reflexiones volví a las plazas y parques, sin más objetivo que el de salir de mi casa, porque ya no me aguantaba nada, no entendía qué diablos era existir, sólo una cruel palabra para quiénes no habían comprendido su significado.

No me asemejaba a los humanos porque felizmente y por voluntad propia había decidido escapar, mandando al diablo todo lo inestable que había desequilibrado mi cabeza y a causa no sé de qué volvieron los libros, acompañados de la escritura y su indiferencia.

¡Qué feliz me sentía!, aún sabiendo que mis conexiones sociales estaban destruidas y tenía nostalgia del tiempo que ya no volvería pero esta vida era así y no iba a cambiar su rumbo porque una infeliz se sintiera insatisfecha.

No tenía a nadie, la familia hipócrita y los amigos rebajándose a la estupidez y placeres terrenales, ¡qué tristes y mediocres parecían! ¿Y el alma? ¿El camino de regreso? ¿La esencia en las pequeñas cosas? ¿La limpieza interna? ¡No!, ellos no sabían nada de eso, no tenían intenciones de encontrarse.

Admito que a mi personalidad había que llevarla con cuidado, mi inestabilidad con las personas y mi alrededor en sí, no era normal porque supe ver la vida de otra forma, porque me lastimaron y bueno, nunca dejaron de hacerlo. Porque necesitaba adentrarme en mis entrañas antes que mezclarme entre esa gente diferente a mí, superficial y conformistas, fácilmente manipulables.

¿Qué más esperaba?... supongo que un comienzo, pero los comienzos forzados no ayudan y sin embargo, son necesarios. La necesidad proviene de la desesperación, y esa desesperación es una torre de naipes que se desvanece convulsivamente para dar paso al vacío absoluto.

Viví, seguí insistiendo en vivir, el rostro había tomado su forma original y las cicatrices eran sólo internas.

Sabía que el tiempo perdido era irrecuperable, también sabía que las personas hacían sus vidas viendo pasar hechos atroces ante sus ojos sin hacer absolutamente nada, sabía que la educación era un papel de mucha influencia en la sociedad.

La Educación de las personas de esa hablo, la que debería de servirles para el resto de sus vidas como una herramienta de lucidez y lucha, porque con la Educación también se lucha, con ella se incluye nuevamente a los marginados a la sociedad también se enseña, se germina el conocimiento en las absorbentes mentes de esos niños que serán el futuro olvidado.

No había mucho de persistente en aquellos días, todo lo que había querido y necesitado alguna vez era lo que más aborrecía. Era demasiado diferente a los demás, a lo que había creído que tenía que ser.

Los momentos de este presente eran ausencias y penas vejadas por el mecer de la nostalgia, necesitaba de muy poco para vivir, música, cuadernos donde escribir, libros, pinturas, pinceles y la preciada imaginación.

Las personas que había conocido en un tiempo distorcionado se asemejaban a los fantasmas del pasado, ¡pobres gentes! jamás les ofrecí garantías sobre mis actos.

Merecido acecho, para una mente asediada por el resplandor de sus recuerdos.

Texto agregado el 02-10-2017, y leído por 235 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
06-10-2017 NO LE VEO SENTIDO, DIRECCION, NI FINAL A ESTE ESCRITO MAS QUE QUEJARTE DE LOS DEMAS?! A DONDE QUERIAS LLEGAR FLORA? TE QUEDASTE CORTA Y DEAMBULANTE... justina1111
03-10-2017 Como ejercicio literario,me gustó.Si lo hiciste como una especie de catarsis,me gusta más.Gracias por compartir estos íntimos retazos de vida.UN ABRAZO. gafer
03-10-2017 Una persona que posee tu intensidad,no podría escribir diferente. Bebo tus palabras que estremecen hasta los latidos de mi corazón,como creo ,también de los que te leen.****** Un besito. Victoria 6236013
03-10-2017 Tremendo +++++ cleptomana
02-10-2017 Haz de aprender a no tomarte las cosas demasiado serio. Lo que siempre se llamó "yo paso de tóooo..." Querer tenerlo todo bajo control genera ANGUSTIA, depresión...y cuando crees tenerlo todo. Va un autobús y te atropella. Profundo tu texto ***** grilo
02-10-2017 Aquí se percibe una intensidad tal que permea todo tipo de sentimientos, del amor al odio; una que guía una búsqueda propia del ser y de expresarse en arte. Yo diría que es cosa de persistir y el dolor y la distancia podrían mutar en un sentido que otorgue ese lugar propio que aún, o entonces, no se encontraba. Me inspira la poesía de Pablo de Rokha, en particular Los Gemidos, así como la música de Ocho Bolas inspirada en su poesía. Salud, litomembrillo
 
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