Vos, mi historia de amor,
ese vos ¡qué bien suena en tu voz!,
la lluvia da de beber a la flor
y adelanto el reloj
para hallar en la penumbra
la fiebre rica de tus labios.
Mi sora de sábado,
mi domingo de tango,
mi mensaje de confianza
cuando las calles nos han decepcionado.
Mis lágrimas,
puros trazos de fresca témpera,
transparente reflejo que el agua me entrega,
y mi amor, no busquemos motivos
para darles victorias a la pena.
Extraño tu calor, amor mío,
tus palabras,
tus besos,
tus versos,
tu lengua ero.
Curiosa niña que hallaste,
explorando tus pensamientos,
contemplando tu alma
y dando partes de sí
para darle pan y abrigo a tus sentimientos.
Cómplice y amante esta nena,
que de santa tiene poco
porque los tipos duros son su condena
y a encender cada sentido
la incitan sus despojos.
Se terminan estos versos
pero no así mi querencia
mientras el olor a tierra mojada
me abstrae risueña,
mientras hago un nido en mi corazón
hecho de flores,
espuma de mar y dulces dolores
para la pronunciación de tus amores.
|