Miraba el techo fijamente mientras las lágrimas se deslizaban una tras otra sobre mi rostro, humedecian mis orejas, mi cuello, la almohada y yo buscaba en el cielo de caña y madera el cariño extraviado, tu imagen difusa, tu espalda, los pliegues marcados de tu frente.
Pero tú te habías llevado de un solo golpe las palabras, la fe, la incondicionalidad y de pronto te convertiste en un puñete certero sobre centro de mi pecho que me quitaba el aire.
...
Mirando el techo el tiempo se vuelve interminable, la amargura de la traición deambula en mi boca y yo aprieto los dientes mientras le subo el volumen a la radio.
"Maldito sea tu amor, tu inmenso reyno y tu ansiado dolor.
¿Qué es lo que quieres de mi?
¿Qué es lo que quieres saber?
no me veras arrodillado,
no me veras arrodillado."
Siento que no nos hemos dicho todo, siento que yo, no, te he dicho todo. Y mi pulgar urgido busca tu número de contacto en el teléfono móvil, pero me arrepiento, me arrepiento de ti, de nuestros días, de tu boca recorriéndome el plexo lumbar, de mis razones, tus resabios.
"odio tener que pensar,
preferiría tu sonrisa a toda la verdad
avanzo un paso,
retrocedo y vuelvo a preguntar
que algo cambie,
para no cambiar jamás
todo es imperfecto amor
...y odio"
Estoy segura que un ¡vete a la mierda! No, te va a alcanzar.
¡Ojalá te pudras en el noveno círculo!
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