Guardaré el eco de tu voz, guardaré tu silencio, tu sonrisa, tu mirada, guardaré tu templanza y fortaleza, guardaré el fuego que fundió nuestros lazos, los lazos que solo crean los hermanos, aquellos que se forjan con el tiempo y aunque me aferré a ti con todas mis fuerzas porque pensé que sería para siempre… el destino implacable no da tregua, en algún momento inesperado nos libera de este exilio…
Así es la vida hermana… de niño jamás pensé en esta despedida.
¡Hermana! te llevas una parte de nuestros recuerdos, te llevas parte de nuestro tiempo, de nuestra historia y de sueños que alguna vez compartimos, te llevas tantas cosas que quizás jamás nos dijimos, pero te llevas también un te amo con todo mi corazón, aunque me dejas sumido en esta profunda tristeza, esta tristeza que duele, esta tristeza egoísta que se aferra donde nacen nuestros miedos… miedo a extrañarte, a que me hagas falta, miedo a no escucharte, miedo a no contar contigo, a sentir la soledad en el eco de tu voz ausente…
Me has dejado este vacío infinito, que quizás al verlo con otros ojos puede ser mas hermoso que la existencia misma, este vacío infinito que destruye la existencia y que cuando llega florece y crea mas existencia, crea existencia en las huellas que dejaste sobre este andar de aprendizajes dibujado bajo cielos grises y azulados, entre inviernos fríos y soles encendidos.
¡Hermana! ya es hora de volver a casa y aunque duela lo comprendo, como una golondrina huye pronto de este crudo y extenso invierno del que fuiste prisionera... no llores, sigue tu camino, sonríe, vuela libre...
¡Hermana! jamás me olvides, recuérdame del mismo modo como te recordaré por siempre…
|