El burdel de Doña Margó.
Sábado a la noche, poca gente en el burdel, Emilia y Jimena esperaban a sus clientes tristes como todos en ese lugar, unas por una razón, otros por otra pero ese no es un lugar alegre porque a pesar de lo que pensamos, allí no se divierte nadie, unos por vergüenza otros por soledad y como ellas bien lo sabían, los hombres pueden ir cualquier día de la semana pero el que es casado, el sábado prefiere salir con la familia.
La vida de cada una de las muchachas que allí trabajaban, era diferente pero jamás alegre, Jimena vivía con su madre, una mujer mayor con tantos problemas como los de su hija pero que ignorante de lo que hacía ella para vivir y mantenerla, simplemente vivía, sin preguntar ni preguntarse, eso era más fácil, por lo que no se sabe no hay que llorar.
Emilia vivía en su casa, con sus padres gente de posición que no necesitaba trabajar para vivir poseedores de varias propiedades, vivían de la renta de las mismas.
Si se piensa fríamente, ella no tendría que trabajar y menos en el oficio más viejo del mundo pero, en la vida nada es lo que parece y la armonía en su casa no era tal.
No había querido seguir sus estudios y su padre le dijo que él no estaba para alimentar zánganos, que podría vivir en la casa pero tendría que aportar como él lo hacía.
Luego de conocer a un joven muy bien parecido que le dio vuelta la cabeza y la llevó a la prostitución ni bien la conoció para abandonarla más pronto que ligero, Emilia no pensó en otra forma de ganarse el sustento y allí estaba, muriendo de a poco en cuerpo y alma y sin voluntad para cambiar.
Cierto día, cuando se aproximaban las fiestas de fin de año, la dueña del burdel, una vieja prostituta les preguntó a las chicas si querían comprar un entero de lotería.
Cada una puso su parte tentando la suerte y creyendo que quizá Dios se acordara de ellas para salir de esa vida de penurias.
No pudieron comprar un billete entero, pero la mitad si es que llegara a salir, les serviría de mucho.
El treinta y uno de diciembre el niño cantor con su voz privilegiada, cantó, luego de haber salido casi todos los números, la grande con varios millones de pesos, nadie miraba el número, unos por cábala otros descorazonados, pensando que como el dinero llama al dinero y ellos eran tan pobres, jamás les tocaría nada.
Pero quiso el destino que el número cantado coincidiera con el comprado por ellos, nadie podía hablar, la emoción era tal que no podían moverse, pensaban que era una broma hecha por alguien para burlarse de ellos pero la realidad era que la suerte les había golpeado y fuerte.
A los pocos días, luego de cobrar y repartirse lo ganado, Doña Margó que así le decían a la dueña, les comunicó que cerraría el burdel, ya se sentía vieja y había decidido cambiar de vida, tenía una hija que vivía en otro país, era abogada y tenía una hermosa familia, iría, no a vivir con ella pero si en su ciudad, así los vería, aunque más no fuera, de lejos, ella no encajaría en su familia.
Las demás muchachas cada una le pensaba dar un destino diferente a lo ganado, algunas lo más probable es que siguieran en la calle luego de un tiempo pero otras pensaban renovar sus estudios y aprovechar esta oportunidad única que la vida les dio.
Emilia se fue de su casa, a pesar de querer a sus padres no era el lugar ideal para vivir, su padre nunca se enteró del billete de lotería y así no pudo sacarle nada, la vida iba a cambiar, sabía que debía irse de esa ciudad y si fuera del país mejor aún, sabía que cualquier momento alguien del pasado la reconocería y nada bueno podía pasar.
Jimena le contó a su madre lo que hacía y luego de muchas lágrimas, madre e hija pensaron empezar una nueva vida, juntas.
De esto hace cinco años, hoy he vuelto a pasar por el viejo burdel y mi sorpresa fue enorme, allí estaba Doña Margó sentada junto a las chicas, más vieja y más gorda que antes y algunas de las muchachas que ahora ya no lo eran tanto, que por distintas razones habían vuelto al mismo trabajo y ahora con alguna que otra muchacha nueva, hasta me atrevería decir que menores de edad.
A Doña Margó la conocía y aunque no soy de frecuentar ese lugar, solía saludarla al pasar y como estaba asombrado pues pensé que jamás volvería a esa vida le pregunté qué le había pasado para volver a lo que ella me contestó:
___Mira muchacho, algunas personas nacen unas con estrella y otras nacen estrelladas, a mí me tocó la peor parte, muchas veces soñamos con un billete de lotería que nos cambie la vida pero… nuestro destino está marcado desde el momento en que llegamos a este mundo y mi destino no es ser una gran señora, mi hija no me reconoció al verme y no quise que lo hiciera, quizá, cuando vuelva a este mundo mi sacrificio de ahora me ayude a ser una buena persona, mientras tanto debo seguir viviendo igual que muchas de las muchachas que al terminar su dinero tuvieron que volver….
Seguí mi camino con un sabor amargo en la boca pero con una enseñanza nueva que me llevará a ser mejor de ahora en adelante.
Omenia
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