Éste hubiera sido un poema de amor,
tal vez de optimismo
o de redención,
pues, hubiera sido un poema de infancias,
de alegorías o de los últimos rastros de escarcha.
El invierno se ha ido
pero el dolor ha permanecido,
en las mañanas de primavera frescas y luminosas
se precipita el llanto sin poder contenerlo,
en las noches de estrellas y cometas
trazan los ángeles numerosas siluetas cósmicas,
mientras que las tinieblas forman nubes de cenizas
sobre el espíritu que agoniza
desde otras vidas prehistóricas.
Mucha decepción y un corazón ausente
que no resistió,
muchos sueños tirados a la basura,
dolor que haces de mi interior un desagüe
y nene, el amor que me diste
careció de grandes ternuras.
Ningún psico analizará mi dolor,
ningún menú de pastillas
me devolverá la felicidad que se fue,
las mañanas de primavera duelen
porque no puedes ser pájaro para dejar tu piel,
porque la monotonía nos hace decadentes
y enferma nuestra mente de repente.
Podría luchar con otras gentes,
con musas muertas
o con damas que se pintan hasta la jeta,
podría enfrentar la vida externa
pero la guillotina la manipulan mis bestias internas,
y no podría ganar aún si quisiera.
Hay días que para escribir
me abandonan las fuerzas,
mi mente se agota y enferma,
quiere dormir y al despertar, la lágrima detona,
hay días que no sé decir
y las bestias celebran su victoria.
Sos una idealista, Soledad- la profesora me acusó -
no ganarás nada con ese pensamiento,
tendrás que dejar los ideales
y hacer lo que se debe sin cuestionar qué tan injusto es- su discurso culminó,
mientras que el dolor dejaba sin respiro al corazón.
Éste hubiera sido un poema de amor...
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