Las gotas van dejando un sendero abierto
van rodando redondas y brillantes,
se acomodan en sus lidiar continuo
para llegar aquel cruel camino deshabitado.

Hay una fuente que espera su llegada,
miles de pájaros rondan en sus aguas.
Seniles vientos fluyen escondidos,
de aquel horario, de ese rompecabezas infiltrado...

Esas gotas lloronas van marchando en trance,
esperan encontrar algún destino amable,
un soporte para que no destruya sus crecientes oraciones.

Lloran de prisa, lloran cansadas ya no comparten,
la luz de esos ojos que las mantuvieron frescas, jugosas.
El tiempo vuela, los murciélagos de la noche se atormenta,
el susurro de silencio en sus antenas indican la llegada.

Un rosado esplendor nace creciente sobre las gotas,
ellas ruedan y van desvaneciendo sin remedio.
Ha llegado el miedo entre los sueños de esos ojos que se visten de harapos.

En su rostro solo corre un hilo tibio que lo abruma,

ya no hay más tiempo para detener ese derrame del corazón latiendo,

que escapo de su cuerpo, para batir sus alas al viento...

Alessandrini María del Rosario