19 de septiembre de 2017
Era la 1:14 P.M cuando en México se nos movió el piso. Yo me encontraba en el edificio de la escuela, estaba a punto de entrar a un curso cuando una profesora dijo “está temblando” tratamos de bajar pero yo no podía hacerlo. Una joven me tomó del brazo y no me dejaba bajar, antes de llegar a las escalares un profesor muy asustado decía “todos tranquilos” su cara me sorprendió porque era de espanto.
Bajé junto a una compañera muy querida, la directora de la carrera nos pedía salir de inmediato. En el patio ya se encontraban muchos alumnos, pero una gran parte de mi grupo seguía arriba. Ya abajo, los árboles se movían era impresionante porque seguía temblando. Me reuní con mi grupo. Todos estábamos asustados, pero nunca pensamos los desastres que se estaban dando.
Nos tranquilizamos en la escuela, nos dieron la salida regresé a mi casa, en donde dos muebles se habían caído uno en la sala y el otro en mi cuarto. No tuvimos luz dos días estábamos incomunicados. La batería del celular se terminaba. No estábamos enterados de lo que estaba pasando en la ciudad.
Nos enteramos de lo que pasaba hasta al día siguiente a las cinco de la tarde.
Las imágenes fueron algo impresionante, eran terribles porque todos los edificios estaban destrozados, niños muertos, son imágenes que mi mente no puede procesar.
Muchos voluntarios pero poca información sobre lo que en verdad se necesita, miles de rescatistas estaban trabajando por salvar vidas, es nuevo saber que para los rescatistas el levantar el brazo con el puño cerrado es que están pidiendo silencio significa una persona viva. En otros lugares aplaudían cuando sabían que una persona estaba entre los escombros y tenían las posibilidades de sobrevivir. En otros lugares cantaban el himno nacional. Venían rescatistas de otros países en fin, muchas cosas.
La cuestión de los perros es admirable, un animal en cuatro patas salvando vidas, algunos sin sobrevivir pero lo hacían.
Es algo que no puedo procesar, aún no he salido a la ciudad y no he visto ningún desastre con mis propios ojos, no sé si esté preparada para verlo. No me imagino el daño emocional y económico para las personas que perdieron a un familiar o su casa, no me quiero ver en sus zapatos. Pero deseo que todo mejore para los afectados y se levanten de esa desgracia.
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