La entreví por la sección de frutas y verduras, olisqueaba un melón haciendo caso omiso de la mirada de reproche del encargado. No podía creerlo, despues de tantos años, de tantas ciudades y tantos supermercados, ella estaba allí, tan hermosa como siempre, tan radiante...
Traía un traje ejecutivo de fino corte, el cabello recogido dejando ver su cuello largo... ahh, cuantos recuerdos me trajo, noches caminando de la mano por las playas de bocagrande, atardeceres en los que observabamos la orgía de colores en el cielo... y se fue.
La busqué en ropa interior, por la sección de panes, en los vinos (aquí hice una pausa y tomé un Chevignon), por la farmacia no estaba y ya casi sin esperanza me fuí a las cajas registradoras.
Dios mio, ahí estaba. Su espalda bien torneada, ese cuello largo y delicado, su cabello... me acerqué con el corazon en la garganta, le acaricié un hombro y se dió vuelta. Sus ojos seguían siendo igual de hermosos... aunque el color... no lo recordaba tan claro, tan frio, tan impersonal... su cara empezó a cambiar justo frente a mi, pasó de ser aquel objeto de mis viejas pasiones y se convirtió en una completa extraña...
- ¿Angela? - Le pregunté.
Su sonrisa fue casi un paliativo para tan amargo desencanto. Mientras movía la cabeza negativamente metía su mano en el pequeño bolso de mano que traía y me extendió una pequeña tarjeta...
Dra. Alexandra Patiño
Optómetra |