Tú llegaste,
Y la ciudad exclamo tu nombre,
Las aves amaron sus parques,
Los caminos florecieron detrás de tus pasos,
Las nubes se disiparon en tu presencia,
El calor acarició amable tu piel,
Las estrellas nacían donde posabas la mirada.
Te quedaste,
Y cada día nacía con una nueva esperanza,
La noche pasaba con desgano, quería verte,
El sendero agonizaba al terminarse, quería tenerte,
La brisa perezosa te abarcaba, quería abrazarte.
Ahora te vas,
Y el susurro alegre de la tarde se va contigo,
Los parques se llenarán con el ruido de tu ausencia,
La luna menguará sin el candil de tus ojos,
La ciudad volverá a ser un misterio,
Y serás una visión perenne, hermosa,
en cada lugar que habitaste. |