"No hay necesidad de fuego,
el infierno son los otros."
Jean-Paul Sartre
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En nombre de Dios, la humanidad había cometido hechos atroces para el desgarro de un corazón noble. Cuando se corresponden ignorancia y poder el resultado puede acabar en una catástrofe mundial.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau al principio de la Segunda Guerra Mundial,
Amarás a Dios por sobre todas las cosas;
la persecución política y la guerra vista como un mal necesario,
Amarás a Dios por sobre todas las cosas.
Amarás a Dios en nombre de todas las felicidades que te hubiera brindado esta vida.
Estaba obsesionada, estaba enferma de amor divino. Se llamaba Misericordia, y los surcos que se adentraban en su rostro hacían indescifrable el rango de su edad.
La apariencia de Misericordia era escalofriante, en el pescuezo delgado llevaba colgado un sólido y macizo crucifijo de plata. Su raquitismo anatómico desprendía un auge de espectro nocturno, en sus pupilas antárticas se vislumbraba el celo de un ave de rapiña.
Misericordia concurría diariamente a la Iglesia Católica donde daba sermón el Padre Gregorio, éste tenia el aspecto de un hombre obeso, sus pasos eran fatigosos y su semblante apesadumbrado.
La espeluznante y encorvada silueta de Misericordia se debía a una enfermedad llamada Paget, que deformaba y debilitaba las articulaciones oseas. Los rayos transparentes del mediodía atravesaron la silueta de la mujer vetusta, a la luz del día los surcos se hundían en su rostro y ostentaban una profundidad oscura.
La vieja estaba a cargo de un orfanato de niños carenciados, el Instituto se llamaba "Jesús, nuestro redentor". La franja etaria de los niños albergados mediaba entre los 45 días de vida y los 16 años de edad.
El Orfanato se ubicaba detrás de un tétrico y escamoso bosque que residía en las lejanías del pueblo, los niños estaban aislados, y este espacio determinaba una línea divisoria entre el pueblo y el hospicio.
Esos niños debían permanecer allí, lo habían designado los devotos católicos en su reunión anual. Eran unos revoltosos parias, unos pedazos de escoria pestilente que debían pagar el precio del abandono, debían ceder su felicidad por el precio de haber llegado a destiempo a los estamentos sociales del mundo.
Misericordia estaba obstinada en corregir a esos niños "desviados", debía corregirlos antes de que despertara en ellos el niño Diablo.
Las lánguidas escorias, así los llamaban los devotos católicos, cargaban con los tormentos que genera la incertidumbre de la vida,
estaban muertos de miedo ante la extrañeza del mundo,
ante la crueldad y las inseguras bases de referencia que representaban los adultos.
Los niños que habitaban los pasillos de ese holocausto eran una totalidad de veinte almas en pena, habían pasado por ese recinto cuatro generaciones sin contar a la actual congregación de niños carenciados. Las anteriores generaciones, cuentan las malas lenguas, que culminaron en un desfallecido final, con una adultez de profanaciones espirituales y otros, en cambio no lograron pasar la mayoría de edad.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas,
les repetía más de seis veces al día la maliciosa anciana, mientras los azotaba con un látigo de cuero sobre las febriles y pequeñas espaldas,
si alguno de ellos cometía alguna travesura todos pagarían con el castigo del latigo tal irreverencia.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas mientras los metía en un tanque de agua con bloques de hielo que duplicaban el tamaño de los pequeños, un gran tanque de acero.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas, llagando la planta de los pies con las brazas ardientes del fuego.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas mientras sus pupilas de ave de rapiña se incendiaban vejando la inocencia inmaculada de esos niños en plena perversidad nocturna.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas,
en tanto que la pobreza es un manto de vulnerabilidad,
el llanto es un sendero de revelaciones
y un bálsamo fresco ante la precipitación de la fiebre del mal.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas,
¿pero, quién era Dios? Si en su nombre se cometían las flagelaciones más inhumanas.
Tarde o temprano el niño Diablo despertaría, la vieja raquítica era una mensajera del mal que había ostentado con sus miserables actos al ángel caído, al oscuro ángel que lideraba su reino bajo las vibrantes llamas del subterráneo.
Misericordia había sido la peor pesadilla para tantas generaciones de niños, una pesadilla que no culminaba al abrir los ojos.
De esos veinte huérfanos, con el transcurso del tiempo, habían quedado sólo diez. Seis de ellos escaparon una noche por la extensa arbolada del bosque: Isaías de cuatro años, Diego de seis años, Pablo de nueve años, Jesús y Luciano de once años y Bautista de quince años.
Isaías y Jesús eran hermanos, por tal motivo el mayor de ellos decidió llevar consigo al pequeño Isaías.
Vale aclarar, que quién ha sufrido en carne propia el abandono sabrá que es el peor acto de desarraigo y de dolor que puede ejercerse en la letanía de la infancia y éste, actúa en contra de la integridad personal del sujeto en formación.
Cuenta la historia, que los devotos católicos hallaron a los niños "fugitivos".
-Los desviados habían sido seducidos con las artimañas del niño Diablo - se decían los miembros de la congregación del mal.
¡Pobres niños!, se orinaban de miedo ante la perversidad de los humanos, ¡estoicos valientes! Mientras los campos de concentración desbordaban de humanidad, deshumana tortura a màs de mil judíos por dìa.
Al ponerse el alba, encontraron los cuerpos de Diego, Pablo y Luciano en una zanja de dos metros de profundidad con las extremidades mutiladas y una descomunal expresión de inocencia abatida en sus rostros. El menor de ellos, Isaías, fue identificado suspendido en el aire, con la fuerza de un nudo oprimiendo su tierno cuello, una horrorizada expresión de miedo y de resignación deformaba el semblante lozano de sus ojos que yacían contemplando el cielo, un cielo inalcanzable y cubierto por soberbios abeduls. Para esa hora de la mañana su cuerpo había tomado un color morado.
Amarás a Dios por sobre todas las cosas
o sufrirás el vaciamiento del alma,
el desmembramiento de la conciencia y del ameno corazón que va endureciendo.
Bautista y Jesús desaparecieron, jamás volvió a saberse de ellos ni tampoco encontraron rastros de sus cuerpos. Tal vez el niño Diablo escuchó el desconsuelo de sus almas.
Los habitantes del pueblo no realizaron luto por ninguno de los niños encontrados, la filosofía de vida fue estereotipar a esos inocentes infantes con etiquetas sociales: las escorias, los guachos, los desviados, los muertos de hambre, los pobrecitos.
-Se merecen lo que les ha tocado- se decían la plebe, para aminorar de culpas sus conciencias.
AMARÁS A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS;
amarás al creador más que a la propia trascendencia de su obra.
Al año de la tragedia, 12 niños que habían quedado huérfanos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, fueron derivados al orfanato de Misericordia, vaya coincidencia, espectro infernal si lo había,¡como si más horror no fuera suficiente, como si más dolor no pudiera ser contenido en el alma inocente!
D I O S O M N I P R E S E N T E.
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¿Acaso, podrás concebir al poeta como un pequeño Dios
y desvalorizar su obra maestra
que ha formado parte de una instancia de acción creadora?
Entonces, porqué Dios azotó y abandonó su obra, a sus hijos
para que se mataran entre ellos,
dotándolos de una razón que fui insuficiente ante los deseos de superioridad y ambición.
Tristes hombres miran al sol,
tristes niños que desconocieron el amor. |