Desperdiciemos las ganas de quedarnos en casa y disfrutemos de la inmersa sensación de vernos las caras. Solamente así nos veremos desnudos al llanto y al tacto de las calles que reciben nuestros pasos y miradas. Frenemos la vida un momento, saltemos las líneas de las veredas y caigamos al cielo de una buena vez. A veces no es tan malo sentir que todo va al revés.
Texto agregado el 16-09-2017, y leído por 95 visitantes. (2 votos)