Alejandro jugó fútbol por un corto lapso de tiempo en el primer equipo de Deportes Iquique; cuando era pequeño la separación de sus padres había calado fuertemente en él y aquella ruptura lo lleva a vivir con la abuela paterna quién afortunadamente lo cría con los valores de antaño.
Cuando cumplió la mayoría de edad decide alejarse de la gran capital buscando silenciar las voces que yacían en los restos de si mismo; deambuló perdido deseando un refugio lejos de las tierras que le vieran nacer.
Alejandro terminó haciendo lo mejor que sabía hacer, correr tras un balón de fútbol.
Golpeaba con tal habilidad los cascos de cuero de la pelota que solían comparar sus movimientos con la precisión de un médico cirujano; él poseía el don, un talento innato que seguramente lo llevaría a las mejores ligas internacionales.
_ ¡Será un profesional exítoso! Conocerá todos los países de Europa y los clubes mas prestigiosos del planeta se pelearan por sus servicios. ¡Quizás llegue a ser como Iván Zamorano, o tal vez hasta como el mismísimo Alexis Sanchez!_ Recitaba orgulloso su abuelo quién fuese jugador amateur del equipo más popular del barrio.
En la actualidad Alejandro maneja un pequeño automóvil sin licencia de conducir y trabaja vendiendo zapatillas marca Nike en un local comercial. De vez en cuando suele escabullirse a la bodega para aspirar una que otra línea de cocaína; allí en la oscuridad se oculta de los recuerdos que viajan donde él vaya; allí en las penunmbras junto a los amargos recuerdos prepara paquetitos de marihuana que venderá cuando vaya a jugar fútbol con sus amigos.