Solo, (aunque no quiera estarlo), simple y sin mayor explicación, caminaba con cada paso y cada espacio entre el suelo y el talón, sin saber si el siguiente sería el paso inerte y majestuoso que esperé, que busqué, que intenté dar desde el comienzo hasta el final.
Caminante solía ser, cuando en el tiempo confiaba mi energía al creer, al sentir que un momento llegará sin preámbulos ni convicciones predispuestas a heredar, solo caminar y sentir el aire cubriendo un estado de ritmo y percusión involuntaria, un incesante tic tac entre pies y tierra mojada, entre maderas pulverizadas, en un espacio tan distinto y apaciguado, esa tierra donde jamás caminaré, donde un día encontraré un par de huellas que dejé en una estable caminata, furtiva, fugaz y transitoria, una espina en el espacio entre mis sueños y mi cotidianidad.
Hoy camino porque puedo, quiero, debo, deseo, entiendo y porque es caminando cuando llego a ti.
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