Las opciones.
Y ahí estábamos, esperando… quizá un milagro.
Algo que jamás había pasado en nuestra familia…
Siempre fuimos muy unidos y cariñosos entre nosotros, la ira no entraba en nuestra casa, ni el desacato de uno de nosotros hacia otras personas pero… dicen que siempre hay una primera vez y eso ocurrió con mi hermano, el más chico, a pesar del cariño de mis padres, Rafael había nacido con el genio indomable.
Por cualquier cosa “explotaba” y eso tenía muy preocupada a mi madre, hasta que la directora del liceo la llamó para decirle que mi hermano se había peleado con un compañero y que estaba suspendido.
Ese fue el principio de algo que veíamos venir pero que mi madre no aceptaba.
Rafael no podía ser tan malo como lo decían los demás pero en los hechos se demostraba lo contrario muy a pesar de todos.
Desde aquella pelea que pudo ser algo de muchachos a lo que pasó luego no transcurrió mucho tiempo, una tarde, fuimos de compras todos y a Rafael mi madre le compró un celular muy costoso a pesar de que mi padre no estaba de acuerdo porque decía que era muy chico aún y no sabía valorar el esfuerzo que ellos hacían para poder comprárselo.
Al llegar a casa, por una equivocación de la empleada al envolverlo, puso otra marca, eso fue lo que desató todo lo que vendría después.
Mi hermano en un ataque de furia salió corriendo de la casa y al llegar al comercio, no tuvo mejor idea que darle un empujón a la empleada que con mucha mala suerte cayó de espalda contra el piso.
Al ver la violencia con que mi hermano trataba a la pobre mujer, que no entendía nada, el dueño del local llamó a la policía.
La empleada había sufrido varios traumatismos pero se encontraba fuera de peligro, gracias a Dios pero mi hermano fue llevado a la comisaría de menores y desde allí fueron comunicados mis padres.
El disgusto casi mata a mi madre pero mi padre, esta vez no dijo nada.
Sabía que el mal genio de su hijo algún día le iba a traer problemas.
Luego de mucho papeleo, nos encontrábamos esperando el resultado de la audiencia a la que concurrimos para saber qué pena tendría Rafael cuando el juez de menores se lo entregó a mis padres diciéndoles que de ahí en adelante para que su hijo no quedara en manos de una institución, ellos debería hacerse cargo de sus actos y que si volvía a ocurrir sería enviado junto a tantos muchachos cuya ira no les permitía vivir entre la sociedad.
Lo primero que hizo mi padre fue llevarse a Rafael, se encerró con él en su escritorio y comenzó una charla que no pudimos oír pero que un día mi padre me contó.
Mi padre le dijo simplemente:
___Mi querido hijo, tenemos un problema muy serio y debemos tratarlo lo antes posible, espero que me escuches con atención porque de ahora en adelante vas a tener que regirte por las normas de esta casa donde la violencia no forma parte de nuestra manera de vivir.
Te diré que si persistes en tu mal genio vas a tener dos opciones, la primera es que si no aceptas nuestras reglas vas a tener que irte de casa y el segundo es que si decides controlarte tendrás todo nuestro apoyo.
Si decides controlarte, tienes dos opciones, vas a un psiquiatra para que te ayude o lo haces por un tiempo y sin ayuda vas a volver a lo mismo.
Si decides seguir sin ayuda, vas a tener dos opciones, una es que te devuelvan con la misma moneda tus compañeros de celda (porque ahí vas a ir a parar) o te maten y ya no tendrás más opciones.
Y muchas opciones más le dijo mi padre, que podía tomar, han pasado muchos años, mi hermano decidió elegir las mejores opciones porque es un hombre de bien y con la ayuda de un médico logró reprimir sus enojos, se casó y tiene dos hijos hermosos que aprenden bajo la supervisión de mi hermano a ser personas de bien.
Me siento feliz porque como dice mi padre siempre hay dos opciones para todo en la vida y mi hermano lo entendió.
(Esto es simplemente un cuento)
Omenia.
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