Nací puro, inocente,
la familia me robó mis virtudes,
falsas grandezas, mundos irreales,
sueños sobrehumanos.
Tuve suerte no me quitaran la facultad de amar. Perdonar no es algo bueno, es un pecado superior.
Mi pajarito cantor,
mi beso de la buena suerte,
las fuentes cristalinas
donde lavé mi dolor,
la arbolada silvestre
que fue testigo de nuestro amor.
Te quiero puro,
noble y guerrero,
dale batalla al mundo,
ladra como un loco hasta que la tristeza
se haya marchado entre el murmullo,
ama y no margines la creación
ante la falsedad que nos desviste de absurdos.
Te amo de mucho amor,
del verbo amar y de tantas cosas
que no se explican con las palabras,
de tantos sueños que siempre tendremos
la oportunidad de salvar del miedo, cielo mío.
No te tumbará el dolor,
porque para cuidarte estoy yo,
y para ofrecerte mi mano en la desazón,
para que deshabites ese diablo mezquino
que contamina la belleza de tu corazón.
Te quiero, nene,
y en un sincero abrazo
te curaré el alma
que la realidad ha lacerado,
te devolveré las fuerzas
que los días se han llevado,
te entregaré el calor de mis pensamientos
para que puedas habitarlos,
te daré todo de mí, lo poco que tengo
¡y te pido que lo preserves!
de aquellos cuervos que no han escarmentado
ante las envestidas con las que los he desplumado.
No te dejaré caer, luz de mi vida,
bello paraíso que me llenas entera,
alma bohemia, ¡la tuya!, cariño
y con una flor traeremos la primavera de vuelta
en esta tarde de Agosto,
en aquel mañana presuroso. |