— ¡AYUDEME! Alguien me siguió desde el colegio. Era la voz temblorosa de un niño al otro lado del auricular. — Cálmate. Dame tu dirección y enviaré ayuda. Respondí. El chico lloraba descontrolado, entre balbuceos agregó: — ¡Se asomó por la ventana! ... ¡Es grande! ... ¡No tiene cara! De inmediato escuché un estallido de vidrios. Luego unos extraños y fuertes gruñidos. ¿Estás bien? — Pregunté. Pero él solo gritaba: ¡No! ¡No! de la forma más desgarradora que yo haya escuchado jamás (silencio) Hola, ¿Estás bien? — Insistí. El niño respondió. Pero sonaba distinto. Su voz era profunda, fría, gutural. Todo está bien ahora – dijo – y colgó. M.D
Texto agregado el 30-08-2017, y leído por 324 visitantes. (15 votos)