La vida es incierta e irónica, hay amores que amargan y errores que endulzan. Tú eres esa ilusión de amar, mi más dulce fantasía y la ausencia, nuestra agridulce realidad. Yo te amo más allá de tu oscuridad porque te conocí y me enamoré de tu luz; que es superior. Y sí, eres terriblemente loca y absurdamente dispersa, incluso bipolar y espantosamente desconfiada.

Pero también eres increíblemente amorosa, exquisitamente atenta y eso te convierte en la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra.

Y aunque mi mente me diga que eres un error, eres ese error que quiero cometer más allá de la lógica; allá donde se siembran los sentimientos y se cosechan los recuerdos. Porque cuando tú me miras acaricias mi alma.

Honro esos recuerdos que hieren, porque son de los que más aprendo. Y aunque hay miedos que se resisten al amor, la vida nos brinda regalos y perlas de sabiduría disfrazadas de problemas; ¡Tú!, por ejemplo, eres esa mujer fuego por la que anhelo ser aire para volar entre tus orgasmos y agua que emana de tus deseos para conectarme con la tierra.

Eres una mujer a la que aplaudiría de pie. Porque amarte fue despertar un huracán en el papel de las letras que inspiran una tormenta de placer. Me hiciste sentir que tu sonrisa era un tributo dedicado a mí.

A tu lado aprendí que el amor no se busca ni se encuentra, el amor se gana y se valora. Ahora tenemos una vida pendiente llena de diversos lugares y extraordinarios momentos, en los que al pasar tomados de la mano, las calles se iluminen anunciando nuestra historia; de esas que inician, brillan y jamás se apagan.