De la incertidumbre a la magia,
de contemplar versos a adolecer en la fiebre del desencanto,
quise preguntar:
¿qué debía hacer,
para evitar lastimar tu corazón del daño que causo?

Simplemente teníamos que abrir la piel
para dejar entrar el sol
y que entibiara el alma que perecía en la razón,
teníamos que dejar los miedos detrás de la puerta
para que no entorpecieran el devenir del amor
ni la llegada de la primavera en nuestro interior.

Eras mi sueño,
el estímulo existencial de la elevación en mis versos,
mi poeta, mi bohemio,
mi beso de la buena suerte.

Eres mi pasado y mi presente,
mi respuesta a lo incierto,
la melodía de otro universo
penetrando como rocío en la mente.

Serás la fuente de luz en la que me reinvente,
lágrima y el peso de mi cruz sobre la frente,
amarte no ha sido una elección
pero le he jugado a la vida una apuesta
para que mi poesía sublime tu alma
como ave entre los cielos celestes.

¡Me dueles, amor!,
me das la lluvia
y llenas mis labios de savia deliciosa,
me das amparo
y me dejas deambulando como atea pecadora.

-El Ying y el Yang,
nos enfrentamos como energías opuestas
para fusionar nuestras esencias
en la primacía que nos brindará
la sabiduría y la resistencia;
nos conmovemos en la previa instancia
en que deshabitaremos el cuerpo
para dejar los sufrimientos que nos desbastaron en tierra.

¡Oh, ven a vivir conmigo
en la libertad que te ofrezco, amor mío!,
llevando, como peregrinos,
tristezas y primaveras con olor a hierba
entre la mutilación de los verbos emitidos,
entre los anhelos de dos soñadores
que han sobrevivido al letal frío de los días
para celebrar sus victorias como gladiadores.