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Me aburren sobremanera las sesiones de la cámara de diputados. No fue una tarea que desee, tampoco fue mi vocación. Casi al azar un día me encontré sentado usurpando una banca en el Congreso de la Nación.

— ¿Qué tengo que hacer?

Muy fácil, me respondió un conspicuo compañero de bancada del Partido Autonomista de la que formo parte.

—Si hay que decir que sí, decimos que sí; si hay que decir que no, decimos que no.

— ¿Y quién dice lo que hay de decir?

Fue en ese instante en que el jefe de bloque, comenzó una diatriba política que sumaba más dudas que certezas.

— En el P.A. tenemos una consigna, “al que más, más”, en forma clara para que entiendas, nuestros votos siempre acompañando al oficialismo.

—Pero se supone que formamos parte de la oposición ¬—balbuceé

—Si y no. Como bien sabrás, el Partido que representas es una escisión del partido gobernante, el Frente Amplio Oportunista; como oposición “responsable” debemos obediencia a las decisiones del cuerpo.

—Ahora sí que no entiendo nada

Siempre fui un dedicado profesor de música en el Colegio de la Merced, muy alejado de la política y muy apegado a los acordes y armonías.

Mi oído musical me impedía “escuchar” las sandeces que enfáticamente propalaba el espécimen que tenía adelante.

Había algo que sonaba mal, estos políticos desafinan bastante –me respondía para mis adentros-

Mi debut como Congresista sería la semana próxima donde se trataría un proyecto sobre la creación de la Comisión de Seguimiento de Proyectos de Infraestructura en
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Había leído con culposa responsabilidad las normas reglamentarias que establecía la Cámara de Diputados sobre el funcionamiento del cuerpo. Me desayuné que los proyectos de ley son presentados a las comisiones de legisladores que determinan si tal o cual proyecto puede continuar su curso y que concluyen en un despacho de comisión que autoriza o no su tratamiento sobre tablas. Sobre tablas, es decir en el recinto.

Cuando se lo comenté a mis colegas, me sorprendió el poco conocimiento que tenían de aquellas normas, sin embargo mostraban un desenvolvimiento muy fluido en otras cuestiones más relacionadas al poder que a los contenidos de las propuestas.

Pude enterarme que el proyecto ya había sido acordado con los otros bloques de la Cámara, que saldría aprobado y que restaba armar un cotillón en forma de pantalla para formalizar y sancionar el proyecto.

Había que nombrar la lista de oradores que llevarían al recinto las consideraciones sobre las medidas y concluyeron que yo era persona idónea para ello.

—No te preocupes Martín, solo tienes que gesticular y hablar muy fuerte, no importa lo que dices, sino como lo dices. Actitud más que aptitud

— ¿Así nomas?
— Así nomas

—Se cede la palabra al Sr Diputado Martín Alcatraz por el Partido Autonomista— Fue la lacónica intervención con que el Presidente Provisional de la Honorable Cámara de Diputados se refería hacia mi persona.

No tuve dificultades en dirigirme al público, la experiencia frente a un curso aportaron los decibeles necesarios para que el discurso llegue con intensidad. Abusé de mi antigua profesión, en que una audiencia poco quiere conocer de contenidos curriculares y se la pasan cuchicheando por las mesas y bancos.

Improvisé de una manera que hasta yo mismo me lo creí; un sonoro aplauso coronó mi primera intervención en el recinto.

Poco a poco fueron desfilando lo otros oradores en una sesión que parecía no tener fin.

Cerraron el debate los jefes de bancada y solo restaba realizar la votación.

—Silencio por favor, vamos a pasar a la votación

En mi banca, un burdo tablero contenía tres botones, por el sí, por el no y por la abstención.

EL resultado como era de prever resultó un apabullante triunfo del proyecto.

Se me acerca un diputado del oficialismo y me invita a formar parte de la comisión del bla bla bla bla, recientemente constituida.

—Excelente tu alocución, quiero que conformes la comisión, tenemos muchas iniciativas, mucha fuerza y porque no decirlo, gracias a tu participación, mucho dinero.

En un instante recordé mis verdaderas intenciones al ingresar a la política, las condiciones económicas del docente no son nada comparables a las jugosas recompensas que nos llevamos como representantes del pueblo.

—¿Cuándo empezamos?

OTREBLA

Texto agregado el 20-08-2017, y leído por 90 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-08-2017 uf. parece que es igual en todos lados. Digo yo si la cuestión es como ellos dicen: 'vocación al servicio público' Debiese ser no remunerado.. a ver cuántos 'voluntarios' habría.. jajaja. Un abrazo, sheisan
21-08-2017 Estuvo genial lo del oído musical, jaja. En “política” que no es tal, más que actitud o aptitud, prevalece el “caradurismo”; los politiqueros son unos expertos en esas lides. Excelente critica, amigo, y la conclusión es de colección. La disfruté y comparto. Full abrazo, Alberto querido. SOFIAMA
 
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