El cuento era ameno. La típica historia que narra un crimen por encargo.
Me sentía atrapada por la picardía del inspector, experto en encontrar las más variadas pistas del asesino. Algunas hebras de cabello rubio y lacio parecían concluyentes. La trama era interesante, pero el final, sin embargo, se presentaba incierto. Surgió un nuevo sospechoso y otros cabellos aparecieron en la escena del crimen. Esta vez se trataba de un individuo de pelo castaño y rizado. El autor conseguía mantener mi interés, pero el desenlace totalmente imprevisto me descolocó. El asesino era calvo.
Texto agregado el 19-08-2017, y leído por 190
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Lectores Opinan
19-08-2017
Ja, ja...hay un pelo en la sopa. Y el cocinero es calvo. Umm... ***** grilo