Caminaba de hombros con él. El calor era sofocante y las arenas como brazas incandescentes lo rodeaban. El agotamiento y la falta de agua lo debilitaron. El camino era largo.
El buitre, espera con paciencia su deceso.
Mientras avanzaba, el sol lo castigaba sin clemencia. La sed lo vencía.
Qué sería de mí sin tu compañía? -le dijo al buitre- Luego cayó sobre las dunas. El pájaro abrió sus enormes alas como aviso de su triunfo. Tenía ya vencida su presa.
Exhausto el hombre, levantó sus manos y agarró por el cuello al ave fuertemente; y la sangre del buitre le permitió continuar.
Texto agregado el 18-08-2017, y leído por 94
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