La luz de la esperanza es la responsable
de proyectar mi sombra,
en el invierno más arduo,
en el silencio de la mañana dominical,
voy, queriendo o no, siempre a contramano
Mirando las palomas
abandonar los decrépitos tejados
en el atardecer de los ojos miopes
y los labios cerrados,
susurrando a mis entrañas
una canción que finge calma,
sabiéndome solo como cualquier otro,
triste y sin buscarlo, siempre a contramano
Bajo esta llovizna que complace a los muertos,
envuelto en pensamientos
que no encuentro en terceros,
cobijado con el manto de los distintos y los diferentes,
tan abierto, tan cerrado, como todo ser humano
Cernido en la grieta de mi falta de ideales
busco aquel licor extinto ya en mi juventud,
y captando la burla de las flores a mis pasos
desvaino la mirada ante los años que se van,
olvidando los recuerdos
y no aprendiendo de lo nuevo,
a contramano por orgullo
o por placer de fastidiar.
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