Los arpegios de lluvia lentamente se silenciaron, la brisa que no había sido invitada elevó sus plegarias, el viento galope a galope se tornó gacela, era cosa de tiempo, el que trepaba por las enredaderas, para que las grises notas efusivas que danzaban en el cielo aclararan el firmamento, el sol tímidamente se sonrió y vino desde la nada aquél aullido de las fábricas que anunciaba el trajín del día, el quejido de las calles ensombrecidas por el palpitar de los pasos, el colorido de las voces, las melodías reiteradas... la rutina.

En la comarca el azul inmediato respiraba sobre los valles aunque el imponente Blue Ridge lo retaba con sus tonos sumergidos en ocres.

Y sobre el extenso valle despertaban los cerros no bien el azul del cielo conjugaba su rutina sobre aquellas floridas primaveras navegando a la deriva sobre un amplio espacio.